por Marcelo Dimango
16 Julio de 2015 15:42
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El juez Bonadío en una disertación sobre Seguridad
Criado en un hogar de clase media de la localidad de San Martín, el juez Claudio Bonadío estudió en el colegio La Salle de Florida y se recibió de bachiller en 1973. En los complejos años 70 militó en Guardia de Hierro, una organización de la derecha peronista que sería semillero de notorios militantes.
En 1983, con el retorno de la democracia, Bonadío se vinculó al Frente de Unidad Peronista (FUP), la línea interna del PJ porteño que lideraban Eduardo Vaca y Miguel Angel Toma, aliados al intendente Carlos Grosso, designado allí en 1989 por el presidente Carlos Menem.
Por esos días Bonadío fue asesor en el Concejo Deliberante y en los albores del menemismo, Vaca lo acercó al estudio jurídico de Carlos Corach, quien era el apoderado del PJ, y quien lo insertó en la Justicia Federal luego de acceder a la secretaría de Legal y Técnica de la Presidencia, aún cuando carecía de “carrera judicial” y a pesar de no ser un jurista notable.
Bonadío no olvidaría ese enorme favor y lo “pagaría” con creces sobreseyendo a diversos funcionarios públicos del menemismo acusados por hechos de corrupción, de la talla del ex interventor del PAMI, Víctor Alderete.
En sentido similar, a principios de agosto de 2009, Bonadío será citado a declarar por el Consejo de la Magistratura acusado de "mal desempeño" por presuntas irregularidades en el trámite de una causa que investigaba créditos otorgados al grupo Yoma.
Si su costado profesional es cuestionable, aún más lo es su perfil financiero. A pesar de ostentar un elevadísimo nivel de vida, Bonadío ha tenido una carrera estrepitosa: el Banco Ciudad cerró su cuenta en 1991 y fue inhabilitado por el Banco Central hasta 1993. Designado juez, Bonadío recuperó su cuenta en el Banco Ciudad.
Aunque no tiene la obligación de presentar su declaración jurada de bienes anual como si lo hacen los funcionarios del Poder Ejecutivo y Legislativo a mediados de 2000 se conoció que, a pesar de que en sus comienzos no tenía bienes a su nombre, al promediar esa década se aseguró que era propietario de una casa en Capital Federal y parte de otra en San Martín. Además, un jeep Rangher y un Audi A 3, modelo 2001. También bienes del hogar y "armas de puño. El juez es un experto tirador y hasta hace algunos años solía practicar en un polígono de la calle La Pampa, a metros de la Avenida Figueroa Alcorta, en Palermo.
En 2001 debió dispararle a dos persona hasta matarlas. Ocurrió una noche en que, acompañado de un amigo, y mientras llevaba una bolsa con compras del supermercado ya que iba a comer un asado a casa de unos amigos, en Villa Martelli, dos personas quisieron asaltarlos. Era un viernes a la noche cuando Bonadío disparó más de siete veces hasta que mató a ambos.
Fue el ministro de Economía, Domingo Cavallo, quien lo convirtió en una celebridad al hablar de “los jueces de la servilleta de Corach” que eran afines al gobierno.
Derrumbado el menemismo, rápido de reflejos, Bonadío se alineó rápidamente al kirchnerismo a partir de su llega al poder, en el año 2003, siendo una importante herramienta a la hora de desestimar denuncias contra funcionarios señalados por hechos de corrupción. Si se movieron mucho más las causas que involucraban a algunos funcionarios que se habían alejado haciendo críticas al poder como los ex ministros Gustavo Béliz y Horacio Rosatti.
Después de cinco años de llevar el caso, en 2005, Bonadío fue apartado del expediente en que se investigan las irregularidades cometidas en la causa judicial por el atentado terrorista a la AMIA. La Cámara Federal porteña,sostuvo en su fallo que "resulta obligado su apartamiento" (respecto de Bonadío) porque habría incurrido en "doble rol", es decir, intervino como juez y como imputado en el mismo expediente. Dijeron que hay "dudas razonables sobre el proceder imparcial del juez". Es que en la causa estaba imputado Corach, quien le abrió las puertas del Juzgado 11 y trabajó con él en el gobierno de Menem.
Como juez federal aprendió a manejar las artes de acelerar y frenar causas de acuerdo a los tiempos políticos, dos de ellas fueron emblemáticas en la era K: la irregular importación de autos diplomáticos por parte de funcionarios de Cancillería y la célebre Causa Skanska.
También fue el juez que debió investigar la Masacre de Once ocurrida en febrero de 2012 y en la que murieron 52 pasajeros cuando un tren de la Línea Sarmiento, que venía de Moreno, no frenó y se estrelló en la estación terminal. Un día después de la tragedia, Bonadío dio por cerrada la inspección ocular, pero no reparó que en un vagón yacía muerto Lucas Menghini Rey. Las cámaras de ese día lo corroboran y deberá rendir cuentas por eso.
A su vez, en gesto de gratitud, el kirchnerismo paralizó las denuncias que pesaban sobre Bonadío ante el Consejo de la Magistratura.
Cuando comenzaron a transcurrir los finales del kirchnerismo, procesó y envió a juicio oral al vicepresidente Amado Boudou, por la causa del auto flojo de papeles y puso en jaque a la Presidente y su familia con la Causa Hotesur, iniciada por una denuncia de la diputada Margarita Stolbizer.
Es conocido en Comodoro Py, por sus colegas federales, como un hombre que “cuando decide ir para adelante con una causa la lleva hasta el final, como algo personal”. De hecho, le había confesado a un colega que procesaría al vicepresidente después de aquél.
Ahora, habrá que ver cómo será su reacción ante el apartamiento de hoy, pero es de esperar que prosiga la batalla y que no se quedará de brazos cruzados. A Bonadío le gusta tener la sartén por el mango.