Después de la Revolución de Mayo de 1810, cuando se inició el proceso de emancipación del Reino de España de la Provincias Unidas del Río de la Plata, en 1813 se llevó adelante la Asamblea General Constituyente que tenía como último fin la declaración de la Independencia, algo que no se llegó a concretar.
Sin embargo, la Asamblea tomó varias medidas trascendentes, como declarar el fin del tráfico de esclavos y la libertad de vientre de la esclavas, además de otras iniciativas tendientes a ratificar el proceso independentista.
Por ejemplo, declaró el 25 de Mayo como fiesta cívica, aprobó el uso de la escarapela, estableció el Escudo Nacional y encargó la composición del Himno Nacional.
Hubo una primera versión del Himno que no tuvo el recibimiento esperado, por eso el 6 de marzo de 1813 la Asamblea encargó la composición de la canción patria.
"De esta manera, los asambleístas Fray Cayetano Rodríguez y Vicente López y Planes preparan, cada uno por su lado, un nuevo texto. Durante la sesión del 11 de mayo de 1813, López y Planes da a conocer su obra y obtiene la aprobación unánime de la asamblea, incluido Fray Cayetano, quien admirado retira su propia letra", informa el profesor Jorge Gentile.
La música fue compuesta por el español Blas Parera, quien según algunas versiones, habría sido obligado por el nuevo gobierno a ponerle música a la letra bajo amenaza de fusiliamiento. Lo cierto es que tiempo después abandonó el Río de la Plata.
El musicólogo argentino Carlos Vega explica que “meses antes de su partida, el gobierno argentino (recuérdese que el país estaba en guerra) exigió a todos los españoles residentes juramento de fidelidad a la patria naciente y morir por su independencia total, legalizando su adhesión mediante una carta de ciudadanía. Podría ser que la adopción de la nacionalidad argentina hubiera sido una imposición demasiado dura para el catalán, y acaso la causa de su extrañamiento súbito”.
Hay dos versiones sobre la primera vez en que se cantó el Himno Nacional. Según la tradición, tuvo su estreno en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, dama de la sociedad porteña de la época, asidua anfitriona de concurridos eventos sociales y veladas musicales.
Pero otras fuentes sostienen que el debut de la obra se produjo el 25 de mayo de 1813 en la Plaza de la Victoria, al pie de la Pirámide de Mayo, cantado por los alumnos de la escuelita del maestro Rufino Sánchez. Y que el mismo día, por la noche, se entonó en el Coliseo Provisional.
La versión completa del Himno aprobada por la Asamblea es la siguiente:
Oíd mortales el grito sagrado
Libertad, libertad, libertad;
Oíd el ruido de rotas cadenas
Ved el trono a la noble igualdad
Se levanta en la faz de la tierra
Una nueva, gloriosa nación
Coronada su cien de laureles
Y a sus plantas rendido un león.
Sean eternos los laureles
Que supimos conseguir
Coronados de gloria vivamos
O juremos con gloria morir.
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar
La grandeza se anima en sus pechos;
A su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huecos revive el ardor
Lo que va renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor.
Pero muros y sierras se sienten
Retumbar con horrible fragor
Todo el país se conturba por gritos
De venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
Escupió su pestífera hiel
Su estandarte sangriento levantan
Provocando a la lid más cruel.
¿No los veis sobre México y Quito
Arrojarse con saña tenaz?
¿Y cual lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
Luto y llantos, y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
Todo pueblo que logran rendir?
A vosotros se atreve argentinos
El orgullo del vil invasor
Vuestros campos ya pisa cantando
Tantas glorias hollar vencedor
Mas los bravos, que unidos juraron
Su feliz libertad sostener
A estos tigres sedientos de sangre
Fuertes pechos sabrán oponer.
El valiente argentino a las armas
Corre ardiendo con brío y valor
El clarín de la guerra, cual trueno
En los campos del sud resonó
Buenos Aires se opone a la frente
De los pueblos de la ínclita unión
Y con brazos robustos desgarran
Al ibérico altivo león.
San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán
La colonia y las mismas murallas
Del tirano en la banda oriental
Son letreros eternos que dicen:
Aquí el brazo argentino triunfó
Aquí el fiero opresor de la Patria
Su cerviz orgullosa dobló.
La victoria al guerrero argentino
Con sus alas brillantes cubrió
Y azorado a su vista el tirano
Con infamia a la fuga se dio
Sus banderas, sus armas se rinden
Por trofeos a la libertad
Y sobre alas de gloria alza el pueblo
Trono digno a su gran majestad.
Desde un polo hasta el otro resuena
De la fama el sonoro clarín
Y de América el nombre enseñado
Les repite, mortales oíd:
Ya su trono dignísimo abrieron
Las provincias unidas del Sud
Y los libres del mundo responden:
Al gran pueblo argentino salud.