04 Julio de 2015 22:24
“No sé por qué no ganamos, es una tortura lo que estamos viviendo, tal vez el problema sea yo”, dijo Javier Mascherano luego de perder ante Chile la final de la Copa América, otra vez segundo, como ene Brasil 2014. El volante del Barcelona perdió tres finales de Copa América (2004, 2007 y 2015) y una de Mundial 2014), en diez años.
Mascherano asumió la responsabilidad de un equipo que no apareció en plenitud, que no se reveló ante la adversidad, que no tuvo juego en el partido decisivo, y que perdió sin dar todo lo que tenía en potencial ante una selección chilena que siempre buscó ser el mejor del partido, pese a que ninguno superó al otro.
Igualmente, Chile fue mejor desde la cabeza. Ahí lo ganó, desde que arrancó la Copa acompañó la ilusión de un país que necesitaba ganarla por primera vez en la historia. Los jugadores y el cuerpo técnico entendieron y acompañaron el deseo del pueblo chileno, solidifiando esa pasión con una idea de fútbol aceitada y ensayada.
Argentina no fue nada. Nunca fue en equipo, nunca fue de Messi, fue la contratara de Chile, que funcionó como un verdadero conjunto. Sociedades futbolísticas de a ratos, con Lionel Messi como estandarte, junto a Javier Pastore, Ángel Di María y Sergio Agüero. Pero en la final se quebraron, se borraron, esos cracks que emocionan cada domingo en Europa.
Con el diario del lunes, quedan preguntas que solo Gerardo Martino podrá responder. ¿Por qué Carlos Tévez, el mejor argentino después de Messi, vio los dos últimos partidos en el banco? ¿Por qué no se pudo dar una mejor imagen futbolística?
La imagen de Messi sacándose la medalla, es diferente a la de Mascherano mirando a la Copa América con un triple desengaño. El volante y líder indiscutible, no le encuentra la respuesta a tantos años de fracasos deportivos. Messi lamenta hacía adentro, una forma díficil de entender para los hinchas que se dividen entre amarlo e insultarlo.
Alguna vez un periodista argentino le preguntó al argentino Héctor Cúper mientras dirigía en Europa, que había por qué había perdido tres finales europeas con Mallorca y Valencia, y el le respondió: “Una puede ser mala suerte, dos también, pero tres, por algo será. Estaré haciendo mal las cosas”.