20 Noviembre de 2018 15:00
Después de dos años de no ver como ningún colectivo frena en sus andenes, ni de ver pasajeros en sus pasillos, la terminal de colectivos de Dellepiane comenzará a operar como consecuencia del G-20 que se realizará entre el 30 de noviembre y el 2 de diciembre. Es que todos los servicios que operan en la terminal de Retiro serán trasladados a Villa Soldati.
La medida le fue confirmada a este medio por fuentes de la secretaria de Transporte de la Ciudad, a cargo de Juan José Méndez, desde donde remarcaron que para llegar a dicha terminal se pueden aprovechar las líneas 7, 46, 50, 56, 101, 107 y 193 de colectivos.
La terminal Dellepiane fue inaugurada en marzo de 2017 pero hoy es un verdadero monumento al abandono que costó U$D 30 millones. A un año de su inauguración, BigBang recorrió la moderna terminal, cuya construcción comenzó a mediados de 2014 y finalizó en diciembre de 2016. Tiene 48 dársenas para micros de larga distancia, un estacionamiento para 400 autos, decenas de boleterías en la primera planta y varios locales comerciales.
El proyecto fue financiado por el dueño de TEBA SA, Néstor Otero, el mismo operador de Retiro, que opera la Dellepiane bajo el sello de Terminales Terrestres Argentina SA. El área de Desarrollo Económico de la Ciudad abrió una serie de concursos para revitalizar la zona sur de la Ciudad y se seleccionaban proyectos que debían ser aprobados por la Legislatura porteña.
Si bien las tierras pertenecen al Gobierno porteño -que las cedió por 18 años a cambio de un canon trimestral-, en la Ciudad señalaban que el que debe generar las condiciones económicas para que las empresas operen desde la terminal Dellepiane es el propio Otero, que tiene una tirante relación con un grupo importante de los empresarios de transporte de larga distancia.
Vacía. A la terminal no arriban micros con pasajeros.
“Está vacía porque no hay pasajeros. No hay demanda desde la zona”, señalaron desde la Cámara Empresaria de Buses de Larga Distancia (CELADI), ante la consulta de BigBang. Sin embargo, también es debido a una cuestión de costos: las empresas ya pagan por estar presentes en la terminal de Retiro. A eso se le suma el costo en personal, así como también otros gastos, como el pago de peajes para llegar, o el combustible.
También es cierto que las cámaras empresariales tienen duras críticas hacia Otero por el estado de Retiro. “Se dice que no queremos ir por el operador, es cierto que no es el que más nos gusta, pero no vamos porque no hay pasajeros”, señalan, y apuntan al abandono de la terminal de Retiro, un punto clave, ya que calculan que por año hay un movimiento de 37 millones de pasajeros en la Ciudad: la mayoría desde o hacia Retiro; y en menor medida a Liniers.
“Tiene inconvenientes técnicos, es difícil llegar, nunca se contempló una vía de acceso especial, como ocurre cuando vamos a Retiro”, enumeraban desde CELADI. BigBang comprobó lo complejo que es acceder a la terminal ubicada en la avenida Perito Moreno y la autopista Dellepiane: no hay señalización, no llegan subtes, ni trenes, a diferencia de Retiro. El premetro tiene una estación a cinco cuadras, y hay unas pocas líneas de colectivos que llegan hasta allí.
En la terminal sólo hay personal de seguridad.
El objetivo de la terminal era “descentralizar” Retiro, una zona habitualmente colapsada, no sólo por el movimiento de pasajeros que viajan en micros de larga distancia. Si funcionara de manera óptima, permitiría absorber entre un 30 y un 40 por ciento de los micros de Retiro, alrededor de 23 mil personas, según expresaron el día en que la inauguraron, el 15 de marzo de 2017.
Ese día, el presidente de Terminales Terrestres Argentina SA, Martín Améndola, se esperanzaba: “Esperamos que para mediados de abril o principios de mayo tengamos aquí una frecuencia de 500 micros diarios y que, a mitad de año, lleguemos a 800”. Un año y una semana después, la terminal Dellepiane es puro vacío, una verdadera terminal fantasma.