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"¿Por qué nos mandan con mujeres a la guerra?": Silvia Barrera y la lucha de las 16 veteranas en Malvinas

Fue voluntaria con 23 años y atendió a bordo del ARA Almirante Irízar: "Hubo destratos".

02 Abril de 2024 12:30
Silvia y sus compañeras fueron voluntarias para ir a Malvinas, x

Silvia Barrera es profesional de la salud, es instrumentadora quirúrgica y trabaja actualmente en un hospital y dando charlas sobre su experiencia en la Guerra de Malvinas. Además, es la mujer más condecorada de la historia de las Fuerzas Armadas y es que su acto de heroísmo no debe pasar desapercibido, ya que, voluntaria en pleno conflicto, se puso al hombro un quirófano y la vida de 320 heridos. 

Lo más doloroso luego de una guerra, siendo mujer, fue la falta de reconocimiento por parte de un país que ni siquiera había notado el silencioso pero arduo trabajo que Silvia y sus otras compañeras habían realizado a bordo del buque que funcionaba como hospital. Volver a sus casas, a sus trabajos, y que nadie se haya preguntado qué había pasado, fue un golpe duro, pero sin embargo, su historia sí importaba y decidió contarla. 

En diálogo con BigBang, relató el recuerdo que tiene de haber estado diez días prácticamente sin dormir, cuidando de los pacientes y su posterior desembarco de vuelta en el continente: "Nosotras somos las únicas veteranas en la historia de la República Argentina".

Silvia y sus compañeras fueron voluntarias para ir a Malvinas,

-¿Cómo empezó la historia de ir a Malvinas? ¿Cuántos años tenías y que te movió?

-Bueno, para empezar, en 1982 no había mujeres dentro del Ejército. Era una fuerza que se resistía a la incorporación de la mujer, entonces cuando comienza el conflicto, pasados los días empiezan a llegar los heridos. Después del 2 de mayo, o sea un mes después del 2 de abril. Ahí, empezaron a llegar heridos al Hospital de Puerto Argentino y ahí es cuando se dan cuenta que no tenían instrumentadoras quirúrgicas.

La instrumentadora es la que acelera los tiempos quirúrgicos, sin instrumentadora un médico que podía estar descansando, haciendo guardia o atendiendo, tenía que hacer de instrumentador, entonces mandaron a pedir a Buenos Aires. En ese momento no habían celulares ni nada. Todo era por mensaje de radio. Así que cuando llegó este mensaje al Hospital Militar, ya era 7 de junio. ¡Un montón de tiempo después!

Éramos casi 30 instrumentadoras a las que nos preguntaron quién quería ir...  nosotras éramos tomadas como personal civil, no teníamos grado militar. Cuando nos preguntaron, otras tres chicas y yo nos ofrecimos como voluntarias, viendo que el resto de nuestras compañeras no quería. Entonces se avisó al Hospital Militar de Campo de Mayo. Ahí se ofreció una sola. Ahí completamos las seis, somos personas civiles del Ejército, y quiero aclarar que somos instrumentadoras quirúrgicas, no somos enfermeras. Allí salimos rumbo a Río Gallegos el día 8 de junio. Yo tenía 23 años. 

-¿Fue una decisión difícil de tomar? 

-Nosotras estábamos super decididas, ya lo sabíamos desde hacía rato. Aunque no éramos amigas, nos conocíamos mucho y yo había hablado de querer ir a Malvinas, pero no teníamos expectativas porque la orden era que iba a ir el personal militar y, en ese entonces, eran todos hombres. Nosotras no teníamos ninguna esperanza de ir, así que cuando vimos la oportunidad, enseguida dijimos que sí, aceptamos. 

-¿Cómo fue el recibimiento en Rio Gallegos? Ustedes eran solo seis mujeres muy jóvenes entre un montón de varones

-¡Claro, ahí nace el problema! Cuando los hombres nos vieron ahí, tan jóvenes, medio disfrazadas porque no había ropa de mujer, fue difícil. Imaginate, íbamos con ropa de hombre, que nos quedaba enorme, con cinturones especiales para sostenernos los pantalones, zapatos más allá de nuestra talla. Habíamos llegado con ropa de verano a Río Gallegos que hace 4 grados bajo cero. Entonces, ahí encontramos mucha resistencia, no era "animal", no era que nos trataron mal... era directamente un destrato. Por ejemplo, recuerdo preguntar algo y que no me respondieran o que me ignoraran y no me miraran siquiera. 

-¿Estuvieron mucho tiempo sin tareas?

-Por suerte no. Todo pasó en un mismo día, en el que llegamos al buque Almirante Irizar, que estaba armado como buque hospital y que nos iba a llevar a Puerto Argentino... ahí vino el problema que nosotras somos del Ejército y tuvimos que llegar al Irizar que eran todos hombres de la Armada, ¡imagiante! Nunca habían visto una mujer vestida de verde de soldado. Así que ahí vino el choque.

Como dije antes, no era un maltrato... más bien era un destrato en el que no nos dirigían la palabra o gritaban cosas como "por qué nos mandan con mujeres a la guerra". El recibimiento no era lo que estábamos esperando, está claro. Navegamos durante todo el día 8 (de junio) y el 9 llegamos a Puerto Argentino donde pensábamos que íbamos a bajar. Bueno, no. Nos avisan que como éramos mujeres nos tenían que dar grado militar y el superior no quería porque literalmente íbamos a ser las primeras mujeres del Ejército en tenerlo.

Entonces, ahí también una discusión, hasta que un superior resolvió y dio la orden de que nos den el grado y que nos quedemos a trabajar a bordo de Irizar, que quedó anclado frente al Puerto Argentino y ahí fue donde empezamos a recibir a los heridos, hacer las cirugías y las curaciones. Ahí ya nos tocó hacer de enfermeras. Estuvimos ahí desde el 9 hasta el 19 de junio, cuando los ingleses autorizaron el regreso al continente porque teníamos tal cantidad de heridos que no teníamos capacidad de reciclar agua y escaseaba la comida, por ejemplo. 

Silvia pudo sacar una pocas fotos durante su estadía allí. Esta es una.

-¿Recordás a cuántas personas atendiste o cuáles fueron los casos de mayor gravedad y si habían suficientes insumos?

-Teníamos por supuesto que dosificarnos nosotras porque no sabíamos cuánto tiempo íbamos a estar allí. Entonces teníamos que cuidar los insumos, no sabíamos bien cuánta cantidad de cirugías y curaciones íbamos a hacer. El Irizar estaba excelentemente preparado como buque hospital y nosotras hicimos cirugías, curaciones, así que en ese sentido no tuvimos problemas.

El problema más grave fue la cantidad de heridos, que eran muchos y en muy malas condiciones.  El otro problema fue nuestro rol, porque nosotras éramos instrumentadoras quirúrgicas y en medicina somos como las "princesas". Es decir, vamos, preparamos la cirugía, y nada más. Allá nos tocó hacer de todo: fuimos instrumentadoras, enfermeras, le dimos de comer a los soldados, los acompañamos al baño, les hacíamos de psicólogas y hasta de mamá. O sea, cambió completamente nuestra función. Por otro lado, el buque estaba preparado para 250 camas y trajimos 320 heridos. 

-Es decir, no había suficientes camas para todos los heridos. 

-Exacto. Sobrepasamos la cantidad porque nosotras estuvimos en los peores días de combate, entraba una cantidad de gente impresionante. 

-En lo personal, ¿recordas todo lúcidamente o hay cosas que no recordás?

-El nivel de presión fue altísimo todo el tiempo. Todo esto que yo te estoy contando lo recuerdo porque fuimos armando como un rompecabezas entre todos. Al principio es como que lo vivió otra persona, ¿sabés? No sé cómo explicarlo. Pero es así, es como cuando vos contás una historia, pero en realidad estás contando lo que vos viviste. Lo vas recordando a lo largo de los años y juntándonos con nuestros compañeros que estaban en el buque. Entre todas fuimos armando ese rompecabezas con lo que nos acordábamos. Pero por momentos es todo muy confuso. 

-¿Pudiste tener alguna contención psicológica entonces después de Malvinas?

-Vos sos muy jóven y habrás escuchado que los veteranos de Malvinas siempre se quejan de que no tuvieron contención. Pero yo te quiero decir algo... trabajo en salud. Sigo trabajando en el hospital y eso es imposible. Yo sigo trabajando y nunca tuve ningún tipo de terapia psicológica porque depende de mí y yo tengo que decidir si ir a hacer terapia o no. Es algo muy personal y rige para los demás también. Cuando dicen que "el Estado nos abandonó", sé que no fue así. El Estado hizo las leyes que correspondían años después, pero el tratamiento psicológico depende del paciente. 

-¿Recordás cómo fue tu regreso al continente después de la guerra?

-Si, el regreso fue lo más difícil, ¿sabés? Vos pensá que el cese del fuego fue el 14 de junio y nosotras volvimos a casa, a Buenos Aires, el día 20, o sea, seis días después de que había terminado la guerra. Buenos Aires es ua ciudad muy dinámica, "la ciudad de la furia", le dicen... Viste que acá pasa algo y todo el mundo habla de eso y al otro día pasa otra cosa y ya la gente se olvidó lo del día anterior. Eso pasó con Malvinas.

La gente no quería hablar de eso porque habíamos perdido la guerra, los veteranos éramos la cara de la derrota y encima nosotras al ser mujeres era aún peor. Éramos 16 en total desparramadas por los distintos lugares del país y desconocían totalmente nuestra función, la función de la mujer en Malvinas. También en 1982 era otro país, otra mentalidad super machista, nunca se les ocurrió siquiera preguntar si hubo mujeres en Malvinas...

-¿Cuándo llegó ese reconocimiento?

-El reconocimiento para nosotras fue al año siguiente de volver, nosotras siempre fuimos reconocidas cada una por su fuerza, o sea, las chicas de la Armada, las chicas de la Fuerza Aérea y nosotras por el Ejército. El tema es que ese reconocimiento era dado con una medalla en una ceremonia dentro de tu unidad, o sea, del hospital y no estaban los periodistas para dar cuenta de la noticia... Entonces, el reconocimiento estaba, pero no la difusión de ese reconocimiento. Eso sí, se hizo público recién en 2012 y ahí nos empezaron a nombrar como las únicas 16 mujeres veteranas de guerra del país. Somos las únicas. Eso hizo que el periodismo se enterara y vinieran los reportajes. 

Silvia Barrera.

-Ahí empezó a haber una notoriedad en la población que hasta el momento desconocía la historia, ¿no? Debe haber sido por lo menos interesante... me refiero a que, sin ustedes hay muchas cosas que no podrían haberse resuelto

-¡Sí! Aparte, nosotras somos las únicas veteranas en la historia de la República Argentina. No hay constancia de otras veteranas. O sea, cuando a vos te enseñan en el colegio mujeres famosas o reconocidas de la Argentina, están nombradas por ejemplo Evita, Mariquita Sánchez de Thompson... pero nosotras no. Somos veteranas de guerra, nada más ni nada menos. Es muy fuerte. 

-¿Pudiste comunicarte con tu familia allá en el buque, cómo fue el reencuentro?

-Nosotras nos despedimos de nuestra familia en el hospital el día que salimos para Río Gallegos. Cuando estábamos en el buque nos dejaron llamar por radio y decir: "Hola, estoy bien", y cortar. Nuestras familias no sabían nada; ni dónde estabamos, ni qué estábamos haciendo, nada de nosotras durante 10 días y claro, ellos tenían ese estrés plus de que la guerra terminó el 14 y volvimos el 19. No sabía dónde estábamos ni qué nos había pasado.

Volvimos a trabajar al hospital al día siguiente y nadie nos preguntó dónde habíamos estado"

Tenían miedo, pero después les avisaron que volvíamos en un vuelo al Palomar de noche, como hacían con todos los soldados para que el periodismo no tuviera contacto con ellos. Con nosotras pasó lo mismo. Nos llevaron al Palomar y allí estaba nuestra familia esperándonos. Lo curioso fue que al día siguiente fui a trabajar al hospital y era como si nada hubiera pasado. Nosotras seguimos trabajando normalmente. Habíamos desaparecido durante diez días y nadie nos preguntó dónde habíamos estado. Fue abrumador ver que lo que habíamos hecho no importaba, ver como el resto de la gente salía a comer, a bailar, a hacer su vida normal como si nada, como si no hubiésemos perdido una guerra... Nosotros habíamos tenido muertos por inanición por ejemplo. Para nosotros, los veteranos y veteranos ese contraste fue un shock. 

-¿Qué mensaje querrías dar ahora a la población después de tanto tiempo?

-Bueno, creo que Malvinas es la única causa que une junto con la Selección a todo el pueblo argentino. Creo que todo el pueblo argentino está convencido de que las Malvinas son argentinas. Necesitamos más instrucción y que se incluya Malvinas dentro de los planes de estudio, porque nosotros vamos a los colegios a contar nuestra historia. Yo voy dos o tres veces por semana a distintas escuelas a contar mi historia de vida y es importante tener este tema dentro del plan de estudio, porque de esta forma se conocería más. Los veteranos y veteranas de Malvinas tenemos entre 60 y 80 años, ya pronto vamos a desaparecer y queremos que todo este trabajo que estamos haciendo estamos haciendo por los colegios, queremos 'malvinizar' el Ministerio de Educación, y también para que conozcan quiénes somos. Hay una historia de heroísmo, de patriotismo, de valor y coraje que los chicos  tendrían que saber. Conocer quienes somos porque a veces van caminando por la calle y no saben que al lado suyo hay un héroe que está vivo.  Después como siempre fortalecer todo lo que es la parte diplomática que nosotros al tener tantos cambios de gobierno de distintas ideologías, necesitamos que el tema Malvinas sea una política de Estado, que se pelee diplomáticamente por las Islas.