Fue un encuentro fuera de lo común: John Maxwell Coetzee, el sudafricano Premio Nobel de Literatura 2003, participó de una reunión con internos alojados en la Unidad Penal N° 48 de San Martín, quienes les leyeron poemas y crónicas que escriben tras las rejas.
Coetzee está en la Argentina para participar de la Segunda Edición de la Cátedra Literaturas del Sur, que él dirige y es organizada por la Universidad Nacional de San Martín, que además está involucrada en el funcionamiento del Centro Universitario de San Martín (Cusam), que desde 2008, funciona en la UP 48, que depende del Servicio Penitenciario Bonaerense.
El sudafricano es también uno de los 20 escritores extranjeros invitados a participar en el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, en su séptima edición, que comenzó esta semana y se desarrolla hasta el próximo martes 29 y que se realiza en el Malba.
El escritor, en el centro, con los participantes del encuentro en la cárcel de San Martín (Fuente Facebook).
Pero lejos de esos ambientes tan recoletos, Coetzee se hizo de un espacio para acompañar a los internos que estudian en el Cusam, según consigna el diario Página 12, para escuchar la producción literaria de los reclusos que participan de los talleres de crónica y poesía que se realiza en el centro universitario.
Coetzee nació en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, en 1940 y desde 2006, reside en Australia, y lleva doce novelas publicadas, cuatro autobiografías noveladas, además de otros libros de relatos y de intercambios de cartas con su colega norteamericano Paul Auster.
El encuentro del sudafricano se realizó el martes último y participaron docente de la Unsam, los guardiacárceles, unos 25 reclusos que estudian en el centro y tres escritores: Coetzee y dos colegas africanos Zoë Wicomb e Ivan Vladislavic, que fueron invitados por el Premio Nobel 2003.
Ana María Vara es la secretaria académica de la Escuela de Humanidades de la Unsam y fue una de las asistentes al encuentro. Reconoce, en diálogo con BigBang, que llegó hasta el Centro con todos los prejuicios y temores de quien nunca antes había pisado un centro de reclusión penitenciaria.
Y cuenta que la invadió la sorpresa porque el curso “es una especie de isla”, en la que todos los involucrados se encargan de cuidar. Un espacio de convivencia donde la interacción “es amable y cercana”. Quienes durante esas dos horas son hombres, mujeres, detenidos, docentes, guardiacárceles, escritores, invitados. Todos casi en un pie de igualdad. Casi, porque luego de la reunión los detenidos se quedan adentro.
“Fuimos todos vestidos de manera sencilla. Entramos con nuestras carteras, teléfonos celulares, no tuvimos que dejar nada en la guardia. Sólo nos pidieron los documentos. Fue todo muy amble”, cuenta Vara.
Coetzee nació en Ciudad del Cabo y vive en Australia desde 2006.
Coetzee es un hombre austero, económico en sus gestos, en sus palabras y demostraciones de afecto. Pero se lo veía conmovido con el encuentro, con una actitud muy receptiva con todo lo que estaba ocurriendo.
El sudafricano habló poco, se dedicó a escuchar. Pero hubo momento de distensión y risas, cuando uno de los internos, que además juega en un equipo de rugby, le dijo a Coetzee que después de ganar el Nobel lo único que le quedaba era eso: participar de un encuentro con presos. Y escritor le dijo que el desafío que le quedaba a él era jugar en Los Pumas.
Uno de los guardias contó que lo que ocurre en el Centro es una búrbuja y que los reclusos se “sienten como si estuvieran en libertad”, aunque por la noches no cruzan las puertas cuando los profesores se van. El centro tiene además la particularidad de que presos y guardias comparten los pupitres: ambos tienen la posibilidad de cursar las carreras universitarias que se dictan allí.