por Noa Liberman
14 Mayo de 2023 08:00Ex subsecretaria de Políticas de Diversidad de Argentina, primera política trans del país en ocupar un cargo gubernamental y Representante Especial de Argentina sobre Orientación Sexual e Identidad de Género son tan sólo algunos de los diversos puestos en los que estuvo Alba Rueda. Sin embargo, todos fueron ocupados con el mismo objetivo. Acompañar y trabajar con políticas públicas intentando que los integrantes de la comunidad LGBTIQ+ tengan los derechos que merecen y la desigualdad social se termine.
No obstante a su lucha y activismo social, en el cual trabaja desde hace al menos 20 años, en las últimas semanas, Rueda recibió un duro golpe de parte de la Justicia. La Corte Suprema de la Nación falló en su contra a raíz de un pedido que hizo respecto a cambiar su acta bautismal y certificado de comunión.
Entrevista a Alba Rueda
-Lo primero que se me ocurre preguntarte es si hay alguna manera correcta en la que prefieren ser llamadas. Es decir, son mujeres y no hay discusión sobre eso, pero he notado en varias entrevistas que prefieren que se las llame como mujeres trans o chicas trans
Por supuesto que cada una se nombre como considere. Hay una cuestión que es el respeto. Entiendo la posición de hacerse visibles como mujeres, como chicas, como personas trans o como travestis, y esto tiene que ver con un sistema absolutamente de profunda desigualdad. Decir solamente mujeres no tiene el registro de la biografía particular que nos toca vivir a nosotras tanto mujeres trans, chicas trans o personas trans o no binarias o travestis. No hay un testimonio en eso. Buenos Aires, Argentina y Latinoamérica tiene una gran participación social y política del movimiento travesti trans y en particular a lo que refiere es que para nosotros es muy significativo hablar de las condiciones de desigualdad porque es la realidad donde se inscriben muchas de nuestras vidas. Salir de la anécdota personal, de yo lo logre y pensarnos en comunidad y decir a nosotras nos pasa la violencia y la discriminación no describe solo una posición individual sino una posición colectiva de experimentar la violencia. De eso se trata nuestra posición. Creo que las categorías identitarias no solamente son categorías para contar la identidad personal sino también que esa identidad personal está atravesada por condiciones sociales que se registran en esta cuestión.
Además, creo que “chicas trans” es un poco minorista. Yo no me considero una chica. Soy una mujer de 47 años, soy una mujer trans y travesti. Me parece que hay que evitar caer en estas cuestiones androcéntricas que sean las de esas categorías. Insisto, no estoy corrigiendo a nadie porque no es el punto el de decir como se tiene que llamar cada una, sino que estoy tratando de analizar conceptos como chica trans y diciendo que la identidad de género es algo más que la experiencia individual, sino también es una experiencia sobre el impacto colectivo que hemos vivido en virtud de muchas desigualdades y violencias.
-Más allá de que en los últimos años ha avanzado la sociedad, al menos en hablar y mencionar problemáticas de la comunidad LGBTIQ+. ¿Crees que aún hay desigualdades en cuanto a lo laboral y lo social?
Yo creo que hay muchas desigualdades que visibilizar y trabajar todavía. Una de ellas está vinculada a la posición del Estado. Yo trabajo y soy funcionaria del Estado Nacional y creo que queda mucho camino por recorrer a nivel del ejecutivo nacional y también creo que el poder legislativo tiene que aprobar una ley de reparación histórica para las personas trans, la violencia institucional que hemos vivido, sin dudas eso tiene que ser reconocido por el Estado y reparado. Es absolutamente justo que haya una reparación histórica y además creo que en el ámbito judicial hace falta una reforma transfeminista que permita reconocer nuestras vidas, nuestros cuerpos, los modos en los que el sistema de justicia nos criminaliza y sostiene todavía una represión particular hacia travestis y trans. Particularmente a aquellas que se encuentran en mayor exposición de la vulnerabilidad ya sea porque están sosteniendo sus vidas a través de la prostitución, ya sea porque somos personas pobres y somos estigmatizadas por la fuerza de seguridad.
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También hay que hablar de las intersecciones en nuestras agendas y en el poder judicial creo que falta mucho mucho para poder ser reconocidas en nuestra identidad de género. Yo misma he vivido un fallo judicial que brutalmente excluye la identidad de género dentro de los ámbitos católicos. Niega las condiciones de desigualdad, niega la discriminación, niega la violencia que vivimos. Me parece que realmente en el ámbito de la justicia falta mucho para trabajar a nivel estatal. Necesitamos una representación política también en la cámara de diputados.
A nivel social hay cambios positivos que se vieron con los años, como el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, pero que efectivamente falta mucho para poder pensar la igualdad real de nosotras dentro de los ámbitos sociales. Me refiero por ejemplo a la acceso a la salud, a la educación. Falta un cambio de mirada acerca de las desigualdades. Las personas LBGTIQ+, los travestis y trans vivimos las desigualdades en estos ámbitos atravesadas por condiciones que limitan el acceso. Una acción afirmativa significa reconocer la particularidad de nuestra comunidad. Necesitamos becas, apoyo, acompañamientos, presencias puntuales y poder saldar tanta exclusión de los ámbitos educativos.
-¿Qué sentiste cuando viste el fallo de la Corte en tu contra? ¿Te llevó a lugares del pasado?
Fue una reacción de enojo por leer la barbaridad de la sentencia. Sentí que la Corte Suprema nos quería situar en un periodo pre democrático para nosotras, para las personas trans en el ámbito religioso. Fue un mensaje a un poder, que es el poder de la iglesia católica en Argentina que ha sido particularmente sañoso con las personas trans, que nos criminalizó, nos estigmatizó y tiene mucha responsabilidad en la promoción del odio, de las estigmatizaciones. Me trae el recuerdo de expresiones del matrimonio igualitario, el arzobispo Bergoglio por ejemplo o a Quarrachino, que dijo en los 90 que nos vayamos a una isla. Tanto odio y tanta ofensa por parte de la iglesia católica a la comunidad. Siento que hay y hubo una sentencia que trata de llevarnos al pasado. Estoy convencida y segura, por eso mi enojo, de que la sociedad argentina ha cambiado a través de las agendas políticas. Nosotras estamos peleando para estar adelante y en igualdad. Para estar en la democracia. Esta sentencia buscaba y busca fijar los poderes más de factos y represivos de la comunidad trans. La comunidad católica y el sistema de justicia.
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La sentencia se basa en una ley de la dictadura de Onganía que usaba la separación de iglesia y Estado. No hay ninguna separación de iglesia y Estado. La iglesia sigue operando en el sistema judicial y esa es la única normativa con la que pudieron fijar la acción, la sentencia que marcaron. No encontraron leyes de la democracia que no sean eso. Ha sido preocupantemente regresiva. Lo que está diciendo la Corte Suprema no es solamente que no me van a reconocer el nombre en la Iglesia Católica y eso está bien para ellos que me nombren como quiera. También están diciendo que la iglesia católica es fundamento de cualquiera de las expresiones que tengan. Todo puede ser justificado por el dogma católico, ellos pueden promover el odio, generar violencia mayor, promover la pedofilia y mientras entre todo en las cuestiones de dogma católica, no van a ser materia de interés por parte de la justicia argentina. La sentencia es una barbaridad.-Hay un video muy lindo en tu cuenta de Instagram, en el cual contaste el fallo de la Corte. Y algo que me quedó mucho fue tu frase “Soy Alba en mi casa. En el trabajo”. ¿Cómo es Alba? ¿Cuáles son sus sueños, que objetivos tiene por delante?
Yo soy una activista trans. Como activista y como trans lo que he buscado en mi ámbito educativo, en mi trabajo, con mis amigas, en mi vida personal, ha sido modificar gran parte de esas estructuras de violencia para que no se repita. Yo siento que el activismo es la mayor definición de identidad que me aloja. Yo siento que como activista trans me conecto con el mundo, me conecto en mi trabajo. Me permite hacer política y pensar la vida social pero también me permite amar y encontrarme con las personas. Solidarizarme y vincularme y ser la persona que soy en los valores que tengo. Para mí el activismo o la militancia es mucho más que una posición individual de la vida social. Es quizás uno de los ámbitos que me permiten constituirme en la persona que soy. Como trans he vivido por ejemplo la migración también con mi familia. Nací en Salta, me fui pobre, crecí en una Argentina de mucha desigualdad.
Mi DNI me llega a los 35 años, estuve muchas veces sola y viví mucha discriminación. Yo abrazo el activismo trans como una posición en el mundo, como algo más grande que levantar una bandera. Es una herramienta de transformación, eso me une con muchas mujeres y nos hace las personas que somos.
Si hay algo que me motiva a la mañana es que no se repita la historia. Muchas de las decisiones que tomo son para que otras personas no vivan lo que vivimos. Es una responsabilidad no es que lo hago por amor. Siento que tengo que hacerlo.