En cierta manera, Ernesto "Nabo" Barreiro fue la chispa que encendió el alzamiento carapintada de Semana Santa de 1987. Acusado de seis casos de tortura y uno de homicidio, fue citado a declarar por la Cámara Federal de Córdoba y se negó a asistir. A pedido del juez, terminó arrestado por la autoridad militar y preso en el Regimiento de Infantería Aerotransportado 14 del III Cuerpo de Ejército.
Sin embargo, cuando la policía quiso trasladarlo, los efectivos del cuartel se rebelaron exigiendo el cese de los juicios por delitos de lesa humanidad. Pronto, otras dependencias militares se sumaron a la rebelión, que encontró un cabecilla en el teniente coronel Aldo Rico.
Además de pedir una "solución política" a los juicios a represores, también reclamaban por la destitución del jefe del Ejército. Por el maquillaje camuflado que mostraban en público, recibieron el apodo de "carapintadas".
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Barreiro logró huir de su confinamiento y eventualmente terminó recapturado. Beneficiado por la aplicación de la Ley de Punto Final y la Ley de Obediencia Debida, quedó exonerado por los delitos cometidos durante la dictadura.
De todas formas, por su participación en el alzamiento carapintada, se le dio de baja y quedó detenido a disposición de la justicia militar. Sin embargo, Carlos Menem terminaría indultándolo.
Afortunadamente, los crímenes cometidos por Barreiro no quedarían impunes. El ex militar creía haber encontrado el anonimato en The Plains, una localidad de apenas 217 habitantes en el estado norteamericano de Virginia.
Allí, vivía junto a su esposa Ana y atendía un comercio de artesanías de cuero desde 2004, luego de escapar de Argentina al ser citado en la causa que investigaba el secuestro, tortura y muerte en La Perla del estudiante Diego Hunziker.
Y podría haber seguido así durante años, tal vez, si no hubiera intentado cometer un fraude en el trámite para obtener la visa, ocultando sus antecedentes penales. Extraditado, en nuestro país lo esperaba la megacausa que juzgaba los delitos cometidos en La Perla.
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Con 228 privaciones ilegítimas de la libertad agravadas, 211 imposiciones de tormentos agravadas, 65 homicidios calificados, 13 imposiciones de tormentos seguidos de muerte y el robo de un menor de 10 años, Barreiro fue condenado a prisión perpetua en el 2016.
Preso en Campo de Mayo, sin embargo, en el 2019 se le brindó el beneficio de la prisión domiciliaria en su departamento de Av. Las Heras 1975, 1° B, en el barrio porteño de Recoleta.
"Nos invade la impotencia y el dolor ante esta nueva jugada que beneficia a uno de los máximos símbolos de la represión ilegal en nuestra provincia, responsable de miles de secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones en los Centros Clandestinos de Detención La Perla y La Ribera e iniciador en 1987 de los denominados 'levantamientos Carapintadas'", se lamentó en aquel entonces HIJOS Córdoba en un comunicado.
Antes, durante el juicio, había demostrado su extrema frialdad. "Sin que su respuesta lo autoincrimine, puede contestar o no. ¿Qué pasó con ellos?", le preguntó en aquel entonces el abogado de la querella Miguel Ceballos sobre los prisioneros trasladados a La Perla.
"Usted me está preguntando algo que supongo que es de buena fe. Yo cumplía órdenes y no me escudo detrás de eso. Pero podía suponer qué les pasaba. Ese es un tema de cada uno, no hace a mis responsabilidades", respondió Barreiro.
"¿Y qué les pasó?", volvió a preguntar Ceballos. "Mire, supongo que no están. Yo suponía que iban a desaparecer", sentenció el represor.