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Reina y maestra: Blanca Alsogaray, la mujer que enseña a fumar a empresarios y sibaritas

Desde principios de los '90, Blanca Alsogaray lleva adelante La Casa del Habano, refugio de fumadores. 

02 Enero de 2020 18:50
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"Aquí, Blanca nos enseñó a fumar a todos", solía decir el humorista y bon vivant Miguel Brascó. Y en una galaxia como la de los habanos, asociada visual y sensorialmente con lo masculino, que la principal experta de la Argentina sea una mujer es todo un dato. 

El triunfo de Blanca Alsogaray sobre los prejuicios muestra su mecanismo cuando comienza a indagarse sobre su carácter. Aguda, sagaz y sin dobleces, el conocimiento fue su principal arma para que muchos hombres nada acostumbrados a recibir órdenes aceptaran su autoridad sin chistar. 

Un camino sensorial

"Cuando mi hermano y yo éramos chicos, le robábamos habanos a mi padre", recuerda en charla con BigBang. "Y a mi siempre me quedó el recuerdo del perfume, ese aroma rico a tabaco".

Ya adulta, Blanca comenzó a trabajar importando productos de Cuba para exhibirlos en el stand de la isla en la Feria de las Naciones de la Rural. Fue allí cuando volvió a reencontrarse con ese enamoramiento de la infancia.

El paso siguiente fue la apertura de una distribuidora de habanos para, en 1993, inaugurar la versión argentina de La Casa del Habano, una cadena global de clubes de fumadores con más de 100 locales en distintas partes del mundo.

La suya fue la tercera sede que abría en todo el mundo, y significó un antes y un después en el mercado argentino: hasta ese momento, los habanos en Argentina eran una rareza y no siempre de la mejor calidad. 

"En mis viajes a Cuba me tenía que pelear muchísimo con los cubanos. Conocí las fábricas, he llegado a ir a los depósitos a buscar yo misma las cajas para llevarlas al aeropuerto porque sino no podían salir en el vuelo. Fumaba mucho en Cuba y me rodeaba con gente que sabía fumar", ilustra. "Entonces cuando armé la distribuidora, yo le sugería cosas a los que compraban y sino... es tu responsabilidad".

La hora de las mujeres

Así, sin imposición, poniendo sobre la mesa sus conocimientos y generando un lazo de confianza con el cliente, Blanca logró hacerse oir y respetar. Y poco a poco, junto a su hija Lucía, comenzó a apuntar su sapiencia hacia el público femenino. 

"Hacemos clases de iniciación apuntadas a las mujeres. Preguntar en un lugar donde hay otros que saben es incómodo a veces, por eso ahí les explicamos desde cero en un ambiente de confianza. Con el habano hay muchas cosas que acompañan el ritual, como el corte, el encendido. Ese miedo a hacer las cosas mal a veces espanta", explica Lucía, que dejó su carrera como médica para compartir de lleno la pasión de su madre. 

Esta actitud pedagógica también se complementa con una sintonía especial para interpretar el deseo del cliente. Así, La Casa del Habano -que acaba de mudarse a una renovada sede en Reconquista 976- ofrece total anonimato a sus miembros, además de un ambiente sobrio y casi hogareño para el relax. 

"Algunos vienen y simplemente te dicen 'tengo media hora'. Otros vienen con más tiempo y con ganas de cerrar el día. Y tenemos un surtido con 250 posibilidades de elegir algo justo para cada momento", cuenta Lucía. De esta manera, por ejemplo, el que sabe que sólo cuenta con un corto rato para fumar y deberá abandonar su habano en la mitad se sentirá mejor adquiriendo uno más accesible que el que va a fumarlo completo. 

Los maridajes con algunas de las bebidas que ofrece la barra del local son también una excelente oportunidad de potenciar el sabor. "Las mejores elecciones para acompañar pueden ser una copa de vino, cognac, ron o whisky. Hay que elegir con cuidado: si el habano es muy suave puede quedar tapado por sabores demasiado fuertes. El chocolate también va muy bien con los habanos, especialmente los del 60 o 70% de cacao", enumera Blanca.

Y, por supuesto, como en todos los placeres es importante la moderación. Hay muchos fumadores de cigarrillos que se vuelcan al tabaco buscando una alternativa más amigable, pero la anfitriona no deja de advertir que "no es más sano sino menos nocivo: no tragás el humo y es tabaco sin ningún tipo de químicos".