09 Diciembre de 2015 12:54
Quizá fue en un cómodo sillón de su casas, o en un descanso en su despacho. Lo cierto es que no hace mucho, Mauricio Macri abrió un libro que le habían regalado y leyó en la primera página: “La policía secreta convocó a Rebecca Hoffmann un lunes lluvioso de 1961. La mañana había empezado como otra cualquiera”. Esa historia lo cautivó y lo agarró de las pestañas. El libro “El umbral de la eternidad”, del escritor galés Ken Follet, es uno de sus preferidos y hasta estos días ocupó un espacio especial en el escritorio de Macri en su despacho de la jefatura de Gobierno porteño.
Follet visita la Argentina por estos días para promocionar uno de sus libros. Lo llaman el rockstar de los best seller: lleva vendidos más de 150 millones de libros. Se define como anticomunista.
Los libros que Macri tenía en su despacho de Barracas.
Casi en sintonía con la asunción de Macri, Follet visita la Argentina. Dio alguna entrevistas y tiene previsto viajar a La Antártida para escribir una novela.
Conocé el pensamiento del escritor en esta entrevista:
Macri tiene poco tiempo para leer. Los libros que duermen sobre su escritorio también sirven para entenderlo. Muchos son regalados, pero por algo están allí. A simple vista se destaca “El umbral de la eternidad”,una interminable novela del reconocido escritor británico, Ken Follett, que narra las historias de varias familias en la posguerra europea. Allí se ensaya sobre el miedo a perder el poder, el peso de las traiciones en la política.
El autor se enteró de la admiración que le tiene el presidente electo.
Follet enhebra en su trama las contradicciones y similitudes entre los Estados Unidos y Rusia, entre dos modelos, dos formas de ver al mundo. ¿Imposible evitar las comparaciones locales?
La otra faceta del best seller: la música.
Algunas de sus frases destacadas.
“Cualquier imbécil puede tomar parte en una pelea, pero el hombre prudente sabe mantenerse lejos de ellas”.
“Tenemos un presidente negro, el siglo XX cambió el mundo en serio”.
Y cuanto más sencillas son las cosas, menos errores se cometen. La parte más costosa de un edificio son los errores.
A veces el hambre es la mejor especia.
Pronunciar un juramento es poner tu alma en peligro, solía decir. Jamás pronuncies un juramento a menos que prefieras morir a quebrantarlo.