18 Mayo de 2017 15:30
Todo comenzó el 25 de abril pasado, cuando Julieta Petrolo entró al aula de un colegio en Entre Ríos y se encontró con la violencia frente a frente. Aunque su deseo fue simplemente detener la pelea entre los dos alumnos, lo cierto es que todo terminó mucho peor en el momento en que el chico de 13 años descargó toda su bronca contra ella.
Julieta Petrolo sufrió graves heridas en su cuerpo.
"La ira de un alumno hacia otro destruía poco a poco su frágil cuerpito. Como soy intolerante al maltrato, decidí intervenir. El resultado fue un cambio de rumbo de su cólera, ahora su punto de alivio era YO. No me defendí, me deje golpear, era preferible mi cuerpo enorme a ese cuerpo frágil", escribió hace unas horas la maestra en su Facebook.
Según la mujer, la escuela Primaria Número 109 Carlos Daniel Vila, ubicada en La Paz, es una institución carente de límites y llena de dolor y aunque ese día no estaba como maestra titular, le tocó reemplazar a la docente de quinto grado que había sufrido un ACV.
Según contó, cuando entró del recreo se puso a escribir en el pizarrón y se dio cuenta que un alumno estaba ahorcando en el piso a otro de 10 años. "Cuando se cansó de golpear, se sentó, con la mirada fría, se puso a leer como si nada hubiera pasado. Tocó el timbre de recreo, me fui a la biblioteca, allí mis colegas escucharon la historia y me acompañaron a la dirección en donde luego de dos preguntas vacías me enviaron a la clínica", explicó Petrolo para dejar en claro que no supo cómo manejar la situación en el momento.
Lo cierto, es que increíblemente, esta agresión le provocó la perdida del 90 % de la vista del ojo izquierdo y le comprometió 4 vértebras cervicales. A su vez, según afirmó Julieta, el golpe que se produjo cuando el chico la empujó contra la pared, le causó una distensión en el hombro que no le permite mover el brazo.
"Seis años trabajé con alegría, siempre responsable y agradecida a Dios por las escuelas hermosas de mi ciudad", explicó emocionada y agregó que ahora siente que le robaron su vocación. "El movimiento de cuatro cervicales no se compara con el dolor de una distensión de hombro. El miedo y el abandono no se comparan a la pérdida del ser. Hoy en día, me ahoga la angustia", confirmó.
"Dios todo lo ve. Aunque me lleve años perder el miedo a hacer lo que amo, algún día volveré a ser lo que era antes", escribió en su cuenta personal de Facebook y dejó en claro que a pesar del dolor y la desilusión, su deseo de enseñar vencerá todo.