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San Carlos Centro, de la misa ricotera al terror a los prófugos

La ciudad santafesina cambió su rutina por la presencia de los delincuentes que escaparon de la cárcel de General Alvear.

08 Enero de 2016 08:57
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Cuenta con tan sólo 13.000 habitantes sobre una superficie de apenas 66 kilómetros cuadrados. Sin embargo, hoy San Carlos Centro está en el corazón de la información a nivel nacional y no hay diario o canal de televisión que no le dediquen horas de pantalla o ríos de tinta para hablar de él.

La entrada de San Carlos Centro. 

Claro que seguramente todos sus vecinos darían lo que no tienen por retomar la rutina que seguían antes que la presencia de los hermanos Lanatta y Víctor Schillaci en ese aglomerado urbano fundado el 27 de septiembre de 1858 por Carlos Beck Bernard, donde debieron alterar sus vidas de siestas tranquilas y puertas sin llaves.

La llegada de los tres prófugos alteró la calma del pueblo. 

“Estamos un poco alterados”, reconoció Jorge Placenzotti, el intendente de una ciudad ubicada en el Departamento de Las Colonias, a 38 kilómetros de la capital provincial, y que la última vez que había vivido algo similar había sido en los años 1995 y 1996, aunque por un motivo mucho más festivo que éste.

El intendente local, Jorge Placenzotti.

En aquella oportunidad los “Redondos” -que por entonces habían decidido no actuar más en la Capital Federal- llevaron su “misa” a estas tierras, con el multitudinaria peregrinar de las de las huestes ricoteras que cada concierto de la banda conllevaba, sea cual fuera el punto del país donde tocaran.

A tal punto llega la preocupación de sus pobladores, que las autoridades comunales incluso les sugirieron que se encierren en sus casas o dejen todo bajo llave y busquen refugio en hogares de familiares en otras localidades.

Su tradicional Fiesta de la Cerveza corre peligro de seguir esta situación. 

Difícil para ellos pensar en la inminente Fiesta de la Cerveza, acaso la más importante celebración en esta ciudad que supo crecer al amparo de empresas pujantes como Bisignano, Bessone, Lheritier, Primo y Cía, y las más tradicionales Cristalería San Carlos y la fábrica de campanas Luis Bellini y Cía.

La ciudad creció con el empuje de empresas tradicionales como la Cristalería San Carlos.

Sus plazas y espacios verdes y de recreación, sus plazas y paseos símbolos de su compromiso inalterable con el espacio público, permanecen casi desiertos, mostrando una postal que este lugar, que cuenta con una de las principales cuencas lecheras del país, además de una fuerte presencia agrícola-ganadera, nunca hubiera imaginado.

Sus plazas y paseos públicos lucen vacíos.

Es que esta ciudad, que combina historia y progreso, combinando valores arquitectónicos y culturales que le dan un encanto especial, vive una “militarización” digna de una película de esas tantas que deben haber pasado en el centenario cine y teatro Rivadavia.

Paradojas del destino, hoy este pueblo de esos donde la siesta es sagrada acaso no pueda pegar un ojo en toda la noche, esperando amanecer con la noticia de que los condenados por el Triple Crimen de General Rodríguez le devolvieron la vida que tenían hasta hace sólo un par de días, o que todo se había tratado de un mal sueño.