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"Darle el dominio político al corazón"

Semana Santa de espaldas a los jubilados: mientras Milei festeja su ajuste, la Iglesia se arrodilla ante los que sufren

La Iglesia lavó los pies de jubilados y pidió una jubilación digna: "El jubilado no está retirado de la vida".

18 Abril de 2025 11:12
Semana Santa de espaldas a los jubilados: mientras Milei festeja su ajuste, la Iglesia se arrodilla ante los que sufren
La Iglesia lavó los pies de jubilados y pidió una jubilación digna

Mientras el presidente Javier Milei dedica su tiempo a peleas mediáticas por redes sociales o a la defensa de sus funcionarios, la Iglesia Católica envió un mensaje incómodo y elocuente: en una ceremonia cargada de simbolismo, el tradicional lavado de pies fue dedicado a los jubilados. Sí, a aquellos que hoy, bajo la crueldad del ajuste libertario y la represión liderada por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, deben elegir entre comer o comprar medicamentos. La escena tuvo lugar en la parroquia Virgen Inmaculada de Villa Soldati, donde el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, ofició la ceremonia impulsada por los curas villeros y sacerdotes de barrios populares.

Allí, en lugar de lavarle los pies a actores, funcionarios o empresarios, se los lavaron a quienes están siendo golpeados por una política económica que los ha dejado al borde del abandono. "A los pies de nuestros abuelos", fue el lema. Una consigna clara, concreta y dolorosa: "Queremos reconocer su dignidad, que tengan medicamentos y todo lo que necesitan". ¿Puede alguien en Casa Rosada escucharlo?

García Cuerva no se anduvo con eufemismos. Desde el altar, pidió "darle el dominio político al corazón" y reclamó una jubilación que permita "descansar con dignidad tras una vida de trabajo". Su voz resonó fuerte, no sólo por el eco de las paredes de la parroquia, sino por lo que representa: un grito de auxilio en nombre de los olvidados por un gobierno que repite eslóganes libertarios mientras deja a los más vulnerables librados a su suerte.

La jornada estuvo atravesada por la solidaridad y también por la denuncia. Hubo una peregrinación previa que partió desde San Ignacio de Loyola, pasando frente a la mismísima Casa Rosada, como para que a Milei no se le pase por alto el mensaje. Pero si algo demostró el mandatario hasta ahora, es que la realidad social no le incomoda: simplemente la ignora.

Mientras el presidente ensaya su enésimo enfrentamiento virtual, esta vez con el Grupo Clarín o con periodistas de la farándula, el país real se desangra. La inflación destruye los ingresos fijos, las jubilaciones mínimas quedan por debajo de la línea de indigencia, y los medicamentos, cada vez más caros, se convierten en un lujo para quienes deberían tenerlos garantizados.

La misa crismal de este año, lejos de los rituales cómodos, apuntó a interpelar al poder. Participaron más de 400 personas, entre ellas religiosas, seminaristas y miembros de la Familia Grande Hogar de Cristo, que día a día contienen desde el territorio lo que el Estado desatiende. Y no es casual que la figura del papa Francisco haya sido citada: su prédica en defensa de los pobres choca de frente con la filosofía meritocrática y punitivista del Gobierno nacional.

En un contexto de creciente fragmentación social, los curas de las villas recordaron una verdad elemental: "Cuando se rompe el tejido social, es necesario integrarnos y no dejar a nadie afuera". Hoy, los jubilados están fuera. El Estado, en manos del dogmatismo ultraliberal, les ha soltado la mano. "Nos encontramos en tiempos de desencuentros y divisiones. Es fundamental caminar juntos, buscar unidad", señalaron.

El mensaje final fue tan simple como profundo: "El jubilado no está retirado de la vida". Pero ¿quién puede vivir con una mínima que no alcanza ni para lo esencial? ¿Quién puede descansar después de décadas de trabajo cuando no hay techo, comida, ni medicina asegurada? Mientras la Iglesia se arrodilla ante los pies heridos de los abuelos, el presidente Milei se arrodilla ante los números del FMI. Y en esa elección, no hay milagro que alcance.