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"Sentimos un mazazo": la conmovedora carta del médico que intentó salvar a Brian

El traumatólogo Enrique Rotemberg fue uno de los primeros en atender al adolescente de 14 años. La gravedad y crueldad del cuadro no pasó desapercibido para ninguno de quienes estaban en la guardia del Hospital Piñero en la tarde del 24 de diciembre.

30 Diciembre de 2016 15:40
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"Todos sentimos el mazazo de una criatura que se nos estaba muriendo al lado", relató el médico traumatólogo Enrique Rotemberg, en una conmovedora carta en su cuenta de Facebook.

Él fue uno de los primeros que atendió a Brian Aguinaco, la fatídica tarde del 24 de diciembre tras ser baleado por dos delincuentes.

Brian

Brian Aguinaco fue baleado la tarde del 24 de diciembre.

Ese sábado a las 14, en la intersección de Rivera Indarte y Asamblea una chica coreana fue interceptada por motochorros que querían robarle su cartera. Al escapar los asaltantes se cruzaron con el auto en el que viajaban Brian y su abuelo de 69 años que supuestamente trató de defender a la mujer. Uno de los ladrones disparó directamente contra el auto, hiriendo de gravedad al chico.

Hospital Piñero

Las primeras atenciones a Brian se hicieron en el Hospital Piñero.

El disparo entró por el cuello del adolescente de 14 años. La dolorosa situación no pasó desapercibido para quienes tuvieron la vida del adolescente en sus manos.

Enrique Rotemberg

Enrique Rotemberg se conmovió ante el adolescente.

La carta del doctor Rotemberg:

"Un rosario de gotas de sangre marcaban el camino desde el automóvil que lo trasladó hasta el shock room. Inmediatamente, un manojo de médicos y paramédicos rodeó la camilla donde depositaron al chico inconsciente y bañado en rojo. Su herida en el cuello era una canilla de sangre que apagaba su vida, buscar venas en sus miembros para tratar de compensar la volemia mientras se solicitaba a hemoterapia unidades de sangre en forma urgente...".

"Estamos preparados para enfrentar la muerte a cada instante, los años de guardia nos van poniendo duchos en estos menesteres de lidiar en esa línea imperceptible que separa la vida de la muerte, pero cuando el paciente es un menor la descarga de adrenalina es mayor y todos sentimos el mazazo de una criatura que se nos está muriendo al lado nuestro".

"Cirujanos, clínicos, traumatólogos, técnicos, enfermeros, instrumentadoras tratando de colaborar ante la situación extrema que interrumpe la tranquilidad de la tarde, en la vigilia de la llegada de la Navidad. El hospital está saturado de internados, la guardia completa, hasta el quirófano está ocupado por un paciente por falta de cama en terapia intensiva".

"La escena se desarrolla en el shock room. Sobre la camilla en que se depositó al paciente en el momento de recibirlo, el cirujano se calza los guantes, los anestesistas hacen su tarea, el paciente es intubado y respirado, de repente el paro cardíaco: accionan las manos que con su masaje vuelven el automatismo al corazón. Llega el hemoterapista con la sangre, el bisturí amplía la herida del fatal proyectil, el paciente sigue perdiendo sangre, comprimen la zona para disminuir la hemorragia, la carótida está lesionada, se la repara, pero sigue sangrando, la yugular está lesionada, se la repara, pero sigue sangrando, la arteria vertebral también está dañada, se la repara. El proyectil en su destructiva carrera lesiona una vértebra, que también sangra, se la trata. Y luego de una lucha que no tomó más de una hora y media llega el momento de la relajación, de la calma, de la satisfacción por la tarea cumplida y de una oración dicha en silencio por cada uno de nosotros pidiendo por la vida Brian. Es que no pensamos en él durante la acción, fue tan apabullante que nos olvidamos por esa hora del señor...".

"El cirujano se seca la transpiración y abandona el shock room con su ambo teñido de rojo. Sus asistentes lo siguen. Yo lo miro y admiro por su desempeño, por su manejo de la impronta. La lucha continúa, la hemorragia ha sido contenida, los parámetros del paciente se mantienen, la situación tiende a normalizarse, algunos salen al exterior a saborear un cigarrillo, otros van en busca de algo fresco al estar de los médicos, las frecuencias cardiacas de los participantes tienden a normalizarse, se programan los pasos a seguir. Brian, finalmente, es trasladado al Hospital Gutiérrez, donde continuará su lucha por vivir... y nosotros pidiendo por otro milagro de Navidad...".

Enrique Rotemberg

Enrique Rotemberg es además médico de la primera de Ferrocarril Oeste.

Rotemberg de 66 años, además de ser uno de los principales traumatólogos del Piñero tiene poco más de mil partidos como médico de la Primera de Ferrocarril Oeste, el club de sus amores, donde trabaja desde hace 35 años.

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