Este domingo 25 de abril, como cada año, se conmemora el Día internacional de Lucha contra el Maltrato hacia los niños, niñas y adolescentes, y resulta interesante analizar, en medio de un contexto donde la violencia se vio incrementada por la pandemia dentro de los hogares, por qué en la Argentina 7 de cada 10 niños sufre algún tipo de violencia en sus casas.
Para abordar el tema con mayor profundidad, BigBang conversó con la licenciada Alejandra Perinetti, Directora Nacional de la organización social Aldeas Infantiles SOS Argentina, quien comentó que históricamente los malos tratos contra la niñez fueron vistos como un problema privado, cuando en la actualidad se sabe que se trata de un verdadero problema social.
"Antes de la Convención sobre los Derechos del Niño (un tratado internacional de las Naciones Unidas firmado el 20 de noviembre de 1989), y en nuestros país antes de la ley de Protección Integral de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, a los chicos se los consideraba objetos de derecho. El maltrato y las violencias no eran penalizadas, y los padres tenían la modalidad de formar a sus niños a través de esto que nosotros hoy llamamos maltrato, lo que refiere tanto a la violencia física como piscológica", explicó.
Sobre esto, dijo que además de la violencia que vivían los chicos en su casas, muchos años atrás en las instituciones a las que iban también estaban autorizados esos maltratos, como ocurría con la escuela, que un docente podía ejercer violencia contra un niño, lo que no era penalizado ni tampoco estaba mal visto.
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Desde entonces hasta ahora, el camino que se ha recorrido ha sido largo, pero aún falta. A pesar de que en el año 2018 se modificó el Código Civil de la argentina, precisamente el artículo 647 donde se estableció la prohibición de los malos tratos en todas sus formas hacia niños, niñas y adolescentes, la realidad que se vive actualmente en el país duele.
La pandemia y el aumento de la violencia
"En Argentina la violencia intrafamiliar es algo que se repite a diario. Siete de cada diez niños sufren violencia, y la pandemia lo que provocó es que esta situación se viera afectada, lo que nos trajo una complicación aún mayor, porque no solamente se han incrementando los casos de maltratos, sino que los niños al estar en el ámbito privado, y al no ir a otras instituciones donde puedan expresarse o mostrar un cambio, no pueden comunicarse. Lo que vemos claramente es que las familias al estar aisladas y al empezar a sufrir la situación económica, eso hace que se den ciertas tensiones, lo que recae en los niños porque son los mas vulnerables", comentó Perinetti.De hecho, según indican desde Aldeas Infantiles, en 2020 casi el 100% de las denuncias registradas fueron por violencias hacia el interior de las familias, y en el 70% de los casos, el agresor fue el padre o el padrastro.
De igual modo, se refirió a los centros de salud, donde muchas veces chicos que sufrieron de violencia llegaron a ser revisados por médicos, quienes han tenido y tienen la obligación de denunciar ante un aparente situación de maltrato. Ese espacio hoy también se ve perdido para los menores, ya que por el coronavirus, la atención médica se redujo muchísimo, lo que hace que en pandemia sea más difícil acercarse a estos lugares.
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Respecto a esto, la licenciada aclaró que las organizaciones de sociedad civil, como es el caso de Aldeas Infantiles, trabajan para que estas situaciones se visibilicen, y para que el Estado, a través de de políticas publicas, presten atención y tomen medidas, porque hoy los niños siguen siendo victimas de maltratos.Además, la directora de Adeas Infatiles especificó que lo más importante en estos casos es que se denuncie y que el niño pueda encontrar una respuesta, para recién ahí empezar a sanar.
"Primero debe haber un reconocimiento de la Justicia, y ahí se le da la posibilidad al niño de que pueda transitar ese dolor tan profundo por parte de aquellos que lo tienen que cuidar. Sino todo queda en el ámbito de la familia. Es importante que medie la denuncia, por lo que llamamos a la concientización de la sociedad, para que cuando se toma conocimiento de un caso así, tanto por parte de un vecino o familiar, se denuncie; porque aunque uno no lo perciba todos los días, esto puede derivar en una situación más grave", afirmó.
Por otra parte, la licenciada aclaró que ningún padre nace con la idea de ejercer violencia sobre su hijo, pero que lo que falta es generar una concientización respecto de lo que llamamos maltrato, y por eso, desde la sociedad trabajan con propósitos bien claros, como la crianza positiva y la puesta de limites sin violencia, para que ellos puedan ir generando la capacidad de prevenir malas situaciones.
"También ocurre que efectivamente los papás han vivido en su infancia este tipo de situaciones, y no entienden que esa modalidad no es la que se espera para con sus propios hijos. Y por eso, en estos momentos donde crece la tensión dentro de la familia, automáticamente aparecen las violencias, entonces claramente el Estado debería tener las capacidades como para que la protección sea para todos", reflexionó.
Las secuelas de la violencia en niños
Alejandra Perinetti indicó a BigBang que más allá de lo que acarrea un niño que sufre de golpes o abusos sexuales, la violencia en general tiene consecuencias muy importantes en el desarrollo integral del chico, quien deja de tener la misma posibilidad de aprendizaje que un niño criado con respeto y amor."Y después en lo emocional, la estructurara psíquica del niño no tienen la entidad suficiente para cumplir con ese ciclo de vida que es la niñez y la adolescencia. Son espacios que se cierran en el desarrollo y que muchas veces es muy difícil levantar, porque esas cuestiones impactan en todos los ámbitos, como la salud, educación, y el desarrollo emocional, lo que lo limita en todos aspectos y eso va cercenando sus posibilidades para cuando llega a la vida adulta", se lamentó.
Aunque la violencia contra niños, niñas y adolescentes puede tomar distintas formas, como el maltrato físico, el abuso sexual, el maltrato psicológico, y otras más, todas ellas tienen un enorme impacto en el desarrollo y la salud mental de los menores, generando consecuencias negativas a corto y largo plazo. Estas consecuencias pueden incluir problemas conductuales, trastornos depresivos, trastornos de ansiedad, alteraciones cognitivas, entre muchas otras.