21 Octubre de 2021 14:39
Por el Dr. Diego Vega Laiun*
Durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19, la vida pasó por las pantallas. Los cumpleaños, las clases y el trabajo tenían que ser en casa y los dispositivos digitales como computadoras, el mouse y los celulares fueron aliados para reemplazar los encuentros cara a cara.
Pero el aumento del uso de estas herramientas hoy le pasa facturas a nuestro cuerpo, no sólo en los ojos y en la postura, sino en un problema no tan conocido como el Síndrome del Túnel Carpiano, que, si bien solía ser más frecuente en personas con factores de riesgo, como embarazadas, trabajadores manuales, diabéticos o ancianos por ejemplo ahora se ha extendido a casi todas las edades y ocupaciones de entre 30 y 60 años.
Ese síndrome es una afección en la cual existe una presión excesiva en el “nervio mediano” (es un callo que se va formando dentro de la mano y aprieta el nervio ) ubicado en la muñeca, que permite la sensibilidad y el movimiento en distintas partes de la mano.
Cuando este síndrome se presenta, puede causar entumecimiento, hormigueo o debilidad tanto en dedos, mano y muñeca así como también dolor. Esto se suele suceder con frecuencia durante la noche cuando la mano se duerme y allí el paciente se despierta -que puede extenderse en todo el recorrido del nervio, el brazo, incluso llegando hasta el cuello- por eso es importante conocer si el origen del problema está en la mano o en el cuello a través de la electromiografía.
Una de las principales causas del Síndrome del Túnel Carpiano son los patrones de uso de la mano y la muñeca a repetición. La hipótesis es que cuando se utiliza una computadora o un mouse o bien se teclea el celular en cualquier horario, estas actividades pueden causar dolor hinchazón de los tendones o el ligamento que cubre los tendones (llamado LAAC), la cual puede estrechar el túnel carpiano y provocar los primeros síntomas.
Una vez diagnosticado y el grado de afectación a través de la electromiografía se establecen tratamientos. El más importante es suspender la actividad que lo está generando: usar almohadilla de silicona con el mousse, alternar la mano con la que se utiliza la tecnología, o utilizar muñequera en los casos leves. O sea, cuando los síntomas están comenzando se puede revertir completamente con estas medidas. En los casos moderados o más graves con una cirugía se puede quitar el “callo” que se ha formado y aprieta el nervio.
En este contexto y al ser un problema mecánico es importante recalcar que por más que se tomen antiinflamatorios el dolor no mejorará. En todo caso siempre el primer paso es diagnosticar si el problema está en la muñeca o en otra localización mediante la electromiografía y que el médico que la está tratando sea quien le oriente en cada caso individual.
Si bien el médico tratante puede llegar a pedir una radiografía para descartar otros problemas en la muñeca, como la artritis, el único estudio que confirma la presencia del síndrome es la electromiografía (EMG), que se compone de los vocablos “electro”, por actividad eléctrica, “mio”, por la actividad de los músculos y “grafía” porque se registra la actividad eléctrica de los músculos en un papel.
Este examen es una consulta médica que finaliza con el estudio neurofisiólogico que debe ser realizado por un médico, es individual y diferente en cada paciente, diagnóstico y grado de afectación se va descubriendo a medida que se evalúa. Nunca se debe realizar sin presencia del médico que deberá interrogar y revisar previamente a la persona en el consultorio.
En la EMG, también llamada elecromiograma, analizamos cómo una orden que emite nuestro cerebro pasa por diferentes partes del cuerpo hasta llegar al músculo, y de manera inversa también podemos ver como los estímulos sensitivos o táctiles viajan por diferentes partes de nuestros miembros hasta llegar al sistema nervioso central.
Aunque este estudio no suele conocerse de manera masiva por fuera de la comunidad médica, el concepto es el mismo que el de un electrocardiograma, pero aplicado a los nervios y a los músculos. Consta de insertar un electrodo en un músculo mediante una aguja con el fin de medir la actividad eléctrica. Si bien puede provocar una molestia, el procedimiento es bien tolerado.
Se suele requerir una EM para la evaluación de alteraciones motoras o sensoriales, con presencia de dolor o disminución de la sensibilidad en un territorio determinado. También sirve para detectar una debilidad muscular orgánica en contraposición a una debilidad subjetiva condicionada por dolor, psicológicas, o bien secundaria a una lesión del Sistema Nervioso Central (SNC).
El estudio de las velocidades de conducción nerviosa es un procedimiento que se realiza con frecuencia en la electromiografía. En esta prueba, el nervio es estimulado eléctricamente y la respuesta se registra a través de los electrodos de registro.
En síntesis, para evitar dolencias mayores y pasar la post pandemia de la mejor manera posible, el primer paso es llegar a un diagnóstico certero. La interconsulta con un neurofisiólogo clínico es clave en este cuadro, para que nuestro cuerpo viva una buena nueva normalidad.