En 1984, se fundó el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), una organización científica, no gubernamental y sin fines de lucro que cambiaría la vida de miles de familias en todo el mundo. Su primer objetivo fue investigar los casos de personas desaparecidas durante la última dictadura cívico-militar e identificar los restos de muchas de sus víctimas a través de métodos científicos.
Tras resultados impresionantes en los casos de personas desaparecidas que fueron identificadas en fosas comunes o en otros lugares y sus restos restituidos a sus familias, el EAAF comenzó a trabajar en otros casos emblemáticos en diversos países. Con sus propios profesionales, pudieron trabajar tanto los crímenes del apartheid en Sudáfrica y las femicidios de Ciudad Juárez como en las masacres en Timor Oriental y en Kurdistan y la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, entre muchos otros.
En el medio de todos esos trabajos, el director del equipo, Luis Fonderbrider, fue convocado por el Gobierno Nacional en 2012, por entonces bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, para que el EAAF trabaje en la identificación de los soldados que habían muerto durante la guerra de Malvinas y sus cuerpos habían sido enterrados en el Cementerio de Darwin.
“Cuando el gobierno nacional nos convoca a trabajar, casi de inmediato comenzamos a entrevistar a familiares que aún no sabían en qué lugar estaban enterrado su hijo, su hermano, o su padre. Fueron 107 familias las que prestaron su consentimiento, aportaron datos físicos de sus seres queridos y dieron muestras de ADN para el proceso de identificación”, relata Fonderbrider, sobre los diversas herramientas que tuvieron para iniciar el reconocimiento.
Y explica: “Luego de las negociaciones diplomáticas, en noviembre de 2016, se firmó el proyecto entre Argentina y Reino Unido que determinó que la Cruz Roja Internacional iba a coordinar el equipo de trabajo. Finalmente, a mediados de junio del 2017 viajamos a las Islas un equipo de 14 profesionales, tres personas de Argentina, tres personas de Inglaterra y colegas de otros países convocados por la Cruz Roja”.
Por entonces, las familias que no sabían dónde estaba sepultado su familiar que había luchado en Malvinas eran 148. De todas ellas, el EAAF tomó muestras genéticas y toda la información que podía servir para lograr identificarlos. A mediados de 2017, comenzaron las primeras tareas en el territorio de las islas. “Lo primero que hicimos fue trabajar en 121 sepulturas que tenían la placa 'soldado argentino solo conocido por Dios'”, explica el fundador del equipo.
Y relató sobre la primera etapa del trabajo realizada en 2017: “Los cuerpos se analizaron desde el punto de vista multidisciplinario, porque aquí interviene la genética, la medicina, la odontología y la antropología, se tomaron muestras y se volvieron a enterrar en cada sepultura. Al mismo tiempo, en nuestro laboratorio de Córdoba, se compararon las muestras aportadas por las familias junto con las muestras que tomamos de los cuerpos, y pudimos identificar a 107 soldados en la primera fase de trabajo”.
Cuatro años después, el EAAM regresó a las Islas Malvinas. Luego del primer Plan Proyecto Humanitario desarrollado en el cementerio de Darwin, las labores de la etapa realizada en 2021 se centró en una tumba colectiva, llamada C 1 10, y ubicada cerca de la cruz mayor del Cementerio. Desde el EAAM explicaron los motivos por los que no trabajaron en esa zona durante el primera viaje.
“Aquella tumba múltiple no era anónima. Le habían colocado una placa en 2004, cuando el cementerio fue remodelado y las viejas cruces blancas se reemplazaron por lápidas de mármol negro de granito. En ese lugar, se consignaba que se encontraban los restos del alférez de Gendarmería Julio Sánchez, y de los soldados de Fuerza Aérea Héctor Aguirre, Luis Sevilla y Mario Luna”, advirtieron sobre esa tumba
Y completaron: “Cuando hace cuatro años se exhumaron las tumbas anónimas, se comprobó que esos tres soldados se encontraban enterrados en otras tres sepulturas individuales que habían permanecido anónimas hasta ese momento, por lo que se hizo necesario esclarecer la identidad de los restos sepultados en la tumba C 1 10”.
Además, exploraron la zona llamada Caleta Trullo, donde funcionó un hospital de campaña durante la guerra, para verificar la posible existencia de una tumba ya que, por los dichos de un veterano británico, en esa zona había un cuerpo de un soldado argentino.
El trabajo fue un éxito. En la segunda etapa se identificaron a ocho soldados más en las Islas Malvinas. En total, el EAAF logró dar con el paradero de los restos de 115 soldados argentinos. En el informe final se agregaron las identificaciones del subalférez Guillermo Nasif; del cabo primero Carlos Misael Pereyra, y del Gendarme Juan Carlos Treppo, del cabo primero Víctor Samuel Guerrero (A quien se le informó a su hija sobre la reasociación de los restos óseos de su padre, quien ya estaba identificado desde 1982); del primer alférez Ricardo Julio Sánchez, y del cabo primero Marciano Verón.
Sobre el parecido entre los trabajos sobre los restos de desaparecidos por la dictadura y la identificación de soldados en Malvinas, Fondebrider explicó: “Desde el punto de vista técnico forense, el proceso de identificación de los cuerpos en Malvinas y el de los desaparecidos es similar, aunque el contexto es muy diferente”.
Y finalizó: “Para identificar un cuerpo se comparan información, y si hay una suficiente cantidad de coincidencias se puede identificar a esa persona, que deja de ser una persona sin nombre para devolverle su identidad”.
En ese contexto, el EAAF, quetiene su sede en un espacio cedido por las Abuelas de Plaza de Mayo, en las inmediaciones de la ex Esma, y en el mismo predio donde están el Museo Malvinas e Islas de Atlántico Sur, lanzaron una nueva campaña llamada Tenés una historia, tenés un derecho.
¿De qué se trata? "Si tenés un familiar desaparecido, tenés derecho a saber si su cuerpo fue encontrado. Una gota de sangre puede ayudar a identificarlo", relatan en la campaña, que cuenta con el apoyo de la Secretaría de Derechos Humanos y está dirigida a jóvenes que tengan a abuelas o abuelos desaparecidos.
"Cuando se acerca un familiar joven nos hace muchas preguntas, quiere saber todo lo que pudimos investigar y volcar en nuestra base de datos de personas desaparecidas sobre lo que le pasó a su abuelo o abuela. Además de darle la certeza de saber si el cuerpo fue encontrado o no, muchas veces le podemos ayudar a reconstruir el rompecabezas de la historia", relata Virginia Urquizu, coordinadora de la Unidad de Casos del EAAF.
Y cierra: "Las entrevistas con los familiares son confidenciales, las muestras de ADN solo se pueden utilizar con fines identificatorios, es todo gratuito y los familiares no quedan obligados a nada por el hecho de contactarse. Las tomas de muestra se pueden realizar en todo el país y en el exterior. Y el lugar de la toma se coordina durante el llamado telefónico". El EAAM ayuda a reconstruir la historia. Y, de alguna manera, sanarla. Porque un pueblo sin memoria está condenado a repetir su pasado.