La segunda ola de la pandemia del coronavirus en la Argentina generó una situación similar a la que se vivió durante el inicio de la crisis sanitaria: la falta de testeos. Desde que entró en vigencia el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que firmó el presidente Alberto Fernández la cantidad de diagnósticos cayó en picada.
La cifra de los testeos diarios, de acuerdo a los datos oficiales del Ministerio de Salud que se encarga de recopilar el sitio CovidStats, no estuvo además ni cerca de la capacidad máxima que tiene el propio sistema argentino que es de 130.000 diagnósticos por día.
Justamente esa situación de bajos testeos generó fuertes dudas dentro del propio Gobierno, en donde funcionarios de segunda y tercera línea miraban atónitos las pantallas en las que se veía como la positividad seguía por encima del 30%; tres veces más de lo que recomendada la Organización Mundial de la Salud (OMS) para determinar que se esta testeando bien.
En el mapa epidemiológico que informa cada 15 días la cartera sanitaria que conduce Carla Vizzotti se puede ver que la curva de capacidad de testeos que tiene el sistema aumenta constantemente, pero no así la cantidad de diagnósticos diarios. “Hace rato que se dejó de buscar y se espera que la gente vaya a testarse por la suya. Eso es un problema”, remarcó uno de los funcionarios de Salud preocupado por la falta de testeos diarios.
Asimismo, todavía no queda claro cuantos diagnósticos diarios hacen las diferentes provincias. Sólo la Ciudad, Córdoba y Santa Fe informan la cantidad de testeos que hacen cada día -como también la tasa del testeos cada 100.000 habitantes-. El resto pone el total acumulados. El motivo, según explican algunos expertos, es simple: evitar que se note la positividad.
Cada prueba tiene un costo entre $2.500 y $3.000 si se toma en cuenta la técnica denominada como PCR. Luego existen los testeos por antígenos que son más rápidos y algunos kits de aún más velocidad que son utilizados en el resto del mundo para descartar rápidamente los casos positivos. En cuanto a los antígenos, lo que se suele hacer es que la misma muestra se pasa después por una determinación de PCR para chequear doblemente el resultado.
En cuanto a los kits rápido hace tiempo hubo una fuerte polémica ante la negativa de la administración de la provincia de Buenos Aires, a cargo de Axel Kicillof, a que se puedan vender en las farmacias. El motivo que esgrimieron era que necesitan tener la chance de poder cargar ese dato a las bases y, amén a eso, preferían que sean los laboratorios los que se encarguen de la carga en el SISA.
No obstante, en ningún momento se planteó un sistema mediante el cual sea la propia persona la que cargue el resultado. Por ejemplo, en el Reino Unido ese tipo de kits y testeos vienen con un código QR para que la persona que se lo realiza cargue el resultado en una base de datos. Esto permitiría bajar la positividad en el conurbano que, según los datasets que analizan en CovidStats, está en el 45%, es decir cuatro veces y media más de lo que recomiendan la OMS.
En la Ciudad el panorama es similar. Desde febrero, cuando la curva de testeos daba 4,9% de positividad, la cifra fue en aumento progresivo hasta amesetarse en un 25% desde hace varias semanas, lo que es dos veces y medio más de lo que recomiendan desde la OMS.
En contraposición, la cantidad de casos sospechosos que detectaron comenzó a descender desde hace más de una semana. Esto, según explicaron, quieren decir que se está avanzando en el trazado y aislamiento con los testeos.
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Uno de los puntos de consulta entre los especialistas es qué sucede con los barrios populares. “Cuando se avanzó con el detectar en la Villa 31 era porque se sabía que iba a ser un problema de expansión muy fuerte, porque las características son muy diferentes”, recordó una alta fuente de Nación. Algo similar sucedió con los barrios en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo ahí también se cortó.