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"Un médico tiene que tener el doble de humanidad": la Ley Nicolás y la búsqueda por "salvar más vidas"

BigBang dialogó con Gabriela Covelli, presidenta de la Asociación Civil Por la Vida y la Salud desde 2018 y una de las impulsoras de la Ley de Seguridad del paciente.

por Agustín López Paunero

07 Mayo de 2023 08:00
gabriela-covelli
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Gabriela Covelli es la presidenta de la Asociación Civil Por la Vida y la Salud desde 2018. Además, es -no fue, porque nunca se deja de ser- la mamá de Nicolás Deanna, un joven de 24 años que falleció a causa de una mala praxis médica el 2 de noviembre de 2017. Junto a otras madres y padres impulsa que el Congreso de la Nación trate y apruebe la Ley de Seguridad del paciente, que originalmente fue escrita por ella, para evitar que la tragedia que envolvió a su familia vuelva a repetirse.

El último 11 de abril presenció junto a Alicia Siriani, mamá de Virginia, otra adolescente fallecida por la misma causa en Santiago del Estero, en 2017, las reuniones informativas de la Comisión de Salud respecto a su proyecto. A casi un mes de esa instancia, ahora resta que la presidenta de ese espacio, Mónica Fein, realice el dictamen que lleve el proyecto al recinto. BigBang charló con Gabriela para saber cómo fue el proceso y la pelea para llevar su iniciativa adelante. "No sé cuánto tiempo puede demorar esto, pero nosotros tenemos la esperanza de que sea prontamente", afirmó la abogada.

¿Encontraron muchas trabas dentro del Congreso para que se trate la Ley Nicolás?

Las tuvimos desde el comienzo de nuestra lucha, allá por 2018. Y por varios motivos. En principio, por una cuestión cultural en donde parecería que un médico o médica son personas distintas, privilegiadas, superiores, y hablar de mala praxis sin encontrar una cuestión cerrada, agresiva por parte de la comunidad médica fue una tarea titánica. El otro punto fue porque desde el proyecto original que yo escribí, se trataba como un punto, la cuestión que para las familias era primordial: la sanción o penalización del delito de mala praxis, que hoy lleva de dos a cinco años, en caso de muerte, y que los jueces siempre aplican tres. O sea, nunca vamos a ver un médico preso por matar aún de la manera más cruel a una persona.

También, y otro punto que era para nosotros es importante y que estaba en nuestro proyecto original, era la suspensión preventiva del médico que había cometido este delito. No tanto por la persona que ya no está y que murió por una mala praxis, sino porque durante los siete años en que una familia tarda en hacer justicia, el médico continúa atendiendo y pone en riesgo la vida y la salud de la población. Esto no era en beneficio de las víctimas, ni como castigo tampoco, sino como una prevención para la sociedad.

Con estos dos puntos, la penalización y la suspensión, nos merecimos carteles gigantes de las corporaciones médicas, de los colegios de médicos, de obras sociales, que fueron publicados en las redes y que nosotros vimos con mucho dolor que decían 'No a la Ley Nicolás'. Lo terrible es que al comienzo de esta lucha, y sin interiorizarse, plantearon esta cuestión como si las familias fuéramos los enemigos, cuando en realidad el verdadero enemigo era el médico que atendió con falta de humanidad y desprecio por la vida humana. Luego, de a poco, los profesionales comenzaron a comprender nuestra buena fe. Una tarea muy importante fue la del diputado Fabio José Quetglas, que hizo un excelente trabajo de puente entre nuestras familias y el sistema de salud.

De todas formas la balanza es absolutamente desigual, ellos son corporaciones y nosotros familias comunes, solas, doloridas, que desde el más profundo dolor militamos este proyecto. Pero bueno, la ley que hoy se trata en el Congreso apunta a la prevención y no a la penalización. Entonces, cuando se lograron sacar de la ley la parte de suspensión de matrícula y penalización, tuvo mayor aceptación. Y desde el ingreso al Congreso de la mano del diputado, y quiero dejar bien en claro que fuimos nosotros los que impulsamos esta ley, vimos una excelente predisposición de todos los diputados sin que la grieta que los argentinos vemos haya podido interferir, por lo que estamos eternamente agradecidos. La ley se ha modificado, y cada uno de los asesores y diputados fue poniendo su mirada y su granito de arena con lo cual se ha logrado, para mí, la mejor ley.

¿Cuáles son las principales críticas por parte de la comunidad médica contra el proyecto?

Nosotros luchábamos porque nos parece que el principio de justicia de no dañar al otro, de la responsabilidad de los actos, no se ve en los delitos de malapraxis, y ellos entienden que un médico nunca se levanta para matar, que tienen un procedimiento especial. Es un tema arduo de discutir. Dentro de la ley hay una parte en donde se pide que los médicos recertifiquen. Te recibís y luego no podés ejercer eternamente, es necesario que concurras a una autoridad de aplicación que diga si tus actitudes cognitivas por edad, por los problemas cotidianos de la vida, por tu ciencia, por los cursos que has hecho, te hacen apto para tener en tus manos la vida de una persona. Esa recertificación es cada 10 años, y cumplidos los 75, se pide que sea cada tres. Esto les pareció mal, que era discriminar a los médicos y me parece que hay que poner en la balanza lo importante, que es el cuidado de la vida. A mí no me molestaría que nadie recertifique mis capacidades y, es más, me parece que debería ser cada menos tiempo, cada cinco años, porque esa persona tiene en sus manos la vida y la salud de la población.

Respecto al apoyo de la Academia Nacional de Medicina, ¿cómo definirían el aporte al proyecto y a la Asociación?

Estuvo presente el día que presentamos la ley, que el Quetglas dio inicio a la presentación de esta ley, que fue el 29 de julio. Para nosotros es un aporte esencial desde lo científico, desde la experiencia, desde el reconocimiento de que esta problemática existe, de que se puede hablar de la mala praxis, desde la necesidad de actuar en la prevención y en la importancia de esta ley. No es lo mismo que esta ley sólo la avalen las familias, que recibir el apoyo de la comunidad científica. Incluso cuando se realizó la presentación de la ley fue un día muy emotivo y muy significativo, y allí habló el presidente de la Academia. Para arrancar, el 29 de julio, no fue tomado al azar, es el día del fallecimiento del doctor René Favaloro, quien expresó que 'el día que un médico pierda su humanidad, es mejor que deje su estetoscopio'. Creo que su alma y su impronta ayudan a bregar por un sistema de salud como el que él soñaba. Ese 29 de julio en el Congreso, por primera vez, sentí que nuestras familias eran escuchadas y también que podía existir una unión entre la comunidad médica y las familias. En definitiva tienen nuestro mismo objetivo, que la vida y la salud sea lo primero.

¿Cuán importante es "la humanización de la medicina desde las universidades" que plantean? ¿Cree que ese es el origen de este problema?

Es primordial, es volver a la fuente, a los grandes maestros. Un Favaloro, un Ramón Carrillo, aquellos que son nuestros faros. Ellos ya habían luchado por esto, de hecho creo que fueron tan prestigiosos no sólo por su ciencia, sino por su humanidad. En general, y como un sentido más amplio, el mundo funcionaría mejor con más humanidad, con más solidaridad. Un médico tiene que tener grandes dosis de ciencia, pero tiene que tener el doble de humanidad y formarse en concepto de seguridad del paciente. Por eso la ley prioriza la formación desde sus orígenes en seguridad del paciente, en humanización de la medicina, solicitando que esto sean materias curriculares y obligatorias, y de gran importancia en la formación de un profesional. De hecho, trabajar en seguridad del paciente es entender un nuevo paradigma, que es mundial, en donde se pueden evitar daños y muertes. Por eso, además de que esas materias tengan que estar de una forma obligatoria en las currículas de las universidades, es imprescindible realizar una tarea de concientización social, que es la que nosotros llevamos a cabo, y sobre la que queremos contagiar a cada uno de los seres de nuestra Argentina.

En cada ciudad, por ejemplo, estamos instalando en los consejos deliberantes la adhesión al Día Mundial de Seguridad del Paciente, que es el 17 de septiembre. Esto no es solamente 'recordemos que es hoy', sino el compromiso de concientizar sobre esto todos los días. Nuestra última conquista, que aprovecho para contarlo, fue que logramos que la provincia de Buenos Aires lo declare como ley. 

El color naranja es el que eligió la Organización Mundial de la Salud para estos días o para esta semana, y yo le pido a todos que cuando es el mes de septiembre vean iluminados nuestros monumentos de color naranja, y cuando esto llegue a todo nuestro país, entonces estaremos ganando la primera batalla, que es tomar consciencia de que la vida y la salud importan.

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¿Cómo fue la historia del caso de mala praxis de tu hijo?

Nicolás tenía 24 años, pero además era una persona que cuidaba mucho su salud. Era deportista, no fumaba, no tomaba alcohol, no se drogaba, se alimentaba con esos desayunos, meriendas, y todo lo que la medicina y los que entienden de alimentación dicen que hay que hacer. Un día empezó con un dolor de cabeza muy fuerte y específico. Al primer día que comenzó lo llevamos. Fuimos con él pese a que era un pibe grande, pero lo acompañé. Era un médico amigo de la familia que lo atendió durante tres días. Prácticamente lo he llevado entre tres y cuatro veces en un mismo día.

Él lo atendió diciendo desde el comienzo que tenía una gran contractura en la base del cráneo, que tenía estrés. Nos mandó a respirar al mar, al compás de las olas, pero no pudo ver la desmejoría. Nicolás tuvo en esos días fiebre, un vómito a chorro, un dolor de cabeza que no mejoraba por más que lo inyectara tres veces al día con diclofenac. Además le dio diazepam, keterolac, no haciendo ningún análisis complementario. Y cuando los hizo en el final, y por una insistencia y locura de nuestra familia, de decirle que yo creía que tenía un tumor en la cabeza, dijo que se le habían juntado dos diagnósticos: una contractura y una angina. 

Medicar como medicó es un error porque tapa síntomas, pero en el caso de Nicolás no lo tapaba porque era tan fuerte el síntoma que no se podía. Seguía y crecía cada vez más. No hizo un solo análisis complementario. Los análisis después los vio un perito y daban muy mal, más de 20.000 glóbulos blancos.

Esto es el gran ejemplo de aquel médico que no debe ser, uno que no escucha al paciente, que no escucha a su madre, que no mira estudios, análisis clínicos, que los pide tres días más tarde y cuando ya no podíamos llegar a ningún lugar. Después de esos tres días entró en un hospital pero con daño cerebral irreversible y en coma. Nicolás podría haberse salvado con una simple punción lumbar. Tenía una meningitis bacteriana y hay muchas personas que  la padecieron y hoy están vivas. Él le quitó a mi hijo toda posibilidad de vida, y a mí también me la quitó.

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¿Sentís que estaría orgulloso de la pelea que encabezás?

Me gusta pensar que esta es la batalla que Nicolás quisiera que yo emprenda. No pudiendo comprender por qué le pasó a él. Es muy difícil que una mamá entienda que lo que le pasó a su hijo, le podría haber pasado a cualquiera. Pero le pasó al mío. Y para encontrarle un sentido, poder seguir viviendo, busqué esto. La forma más sublime de defender su amor y su vida, aunque parezca contradictorio. Lo que me dio en vida y lo que significaba para él la vida. Sin duda, la defensa de su ser, la más justa y adecuada, debe ser con el mismo amor que él me enseñó.¿Cuántas vidas se salvarían con la aprobación del proyecto?

Nicolás murió un 2 de noviembre y el 20 de octubre de ese mismo año escribió en su Facebook un texto (Ver más abajo La última publicación de Nicolás). Estas eran las palabras, y me invitó ese día, a pelear, a luchar por una sociedad más humana, que tenga en cuenta que una muerte es una tragedia y un millón solamente una estadística. Y que sólo nos tiene que importar esa muerte. Evitar una muerte. Por eso no me puse a calcular cuántas vidas se salvarían. Sigo en el convencimiento, tal como lo dijo Nicolás, de que una muerte es una tragedia y un millón una estadística. Si podemos lograr con la ley, la concientización y con un nuevo paradigma, evitar una sola muerte, nuestra lucha se justifica. De todas formas, si podemos cambiar con el comienzo de esta ley esta triste realidad donde en un minuto mueren cinco personas por fallas del sistema de salud, creo que valdría la pena y salvaríamos muchas vidas. Y quizás yo no lo veo, pero alguien y muchos seguirán esta lucha hasta que esta estadística sea de cero muertes por fallas en el sistema de salud. Los invito a acompañarnos a lograr este objetivo.

La última publicación de Nicolás

"Una muerte es una tragedia, un millón una estadística". Quizás suene crudo, y más si se sabe de quien viene, pero es bastante certero en este caso. Hoy viernes 20/10/2017 veo y leo mucha gente que se siente mal y no puede creer lo que ve por la tele, que de forma directa carga con la culpa a quien le parece y de forma indirecta se desliga de la culpa de una manera tan inocente que roza lo senil. Hoy no le resto importancia y entiendo el dolor que causa este hecho, pero debemos parar la pelota y razonar, ¿cuántos muertos por droga, por robos, por corrupción e impunidad? Muertos en vida por el analfabetismo, por la exclusión. Gente que va a morir sin poder leer esto ni razonarlo aunque se lo expliquen. Hoy el nombre que muchos están pensando, ese que gana primeras planas, horas de TV, vale lo mismo que los miles, millones no recordados, los que no venden minutos al aire, los que no dan rating, los que su currículum de sin techo, adictos, victimas de violencia en su hogar, no alcanzan para grabarse en nuestra retina ni para que marchemos por ellos. Hoy la justicia, el culpable, soy yo y vos, no busques más allá de lo que somos como sociedad.

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