Era de noche y todo parecía ir bien. El avión partió el martes 30 de mayo desde Ezeiza con destino a Miami, y mientras la mayoría de los pasajeros dormían, algo dentro de un nene de 8 años se había empezado a gestar.
Por eso, de un momento para otro, su salud se descompensó, y el piloto de la nave, Martín Lorenzo Hughes decidió hacer algo que arriesgaría a todos: aterrizar de emergencia.
El vuelo salió el martes 30 de mayo con destino hacia Miami.
Lo cierto, es que unas pocas horas después de despegar la situación se salió de control cuando el niño sufrió una lesión en su pulmón. Aunque al principio no se sabía lo que le ocurría, cinco médicos que viajaban a bordo lo atendieron, y le avisaron al piloto que lo único que podía salvarlo en ese momento era una asistencia médica en un centro de salud.
Por eso, Martín entró en una encrucijada, ¿debía aterrizar de emergencia o tenía que seguir el viaje? Aunque intentó pensar en la decisión, la realidad es que no había tiempo para meditar y lo único que pudo hacer, fue romper con todos los protocolos y llevar a cabo una escala imprevista en el aeropuerto más cercano en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
Hughes decidió aterrizar de emergencia en Bolivia.
Con miedo, pero acompañado de la convicción de que lo que hacía estaba bien, seguramente Hughes pensó en sus pequeños hijos, y sintió lo que sentía la madre del niño. Por eso tomó la decisión, porque a él le hubiera gustado que hicieran los mismo por sus chicos.
Una vez en tierra, según explicó el sitio Aviación en Argentina, el niño y su madre fueron recibidos por una ambulancia y llevados hacia la clínica Foianini, donde le diagnosticaron al paciente un neumotórax (ocurre cuando el aire se filtra en el espacio entre los pulmones y la pared torácica), por lo que decidieron que había que hacer una operación de urgencia.
Gracias a la ayuda de los médicos que iban a bordo, de la tripulación y de la rapidez con que actuó el piloto, el pequeño salvó su vida y actualmente se encuentra estable.