En las últimas horas se viralizó una supuesta carta destinada a los padres de los alumnos de un colegio. Allí se les pide que sean comprensivos con las notas de sus hijos, en la medida en que estas, por sí solas, no definen la inteligencia de nadie. Sabido es que los usuarios de las redes sociales tienen una cierta facilidad para ponerse sensibles, así como una cierta facilidad para la polémica. Bien, la carta disparó ambas.
Quienes la compartieron creyeron haber hallado el nuevo paradigma para las relaciones entre padres e hijos. Quienes la cuestionaron la vieron como una invitación a coleccionar ceros. Quienes están en el medio -pocos, porque las redes sociales, como Dios, vomitan a los tibios- pensaron que la verdad está en el medio, que es cierto que la gente tiene uno o dos focos de interés en su vida, pero no 15 o 16, pero que si un empresario sabe algo de Historia,tanto mejor. y que más allá de la elección vocacional que cada uno haga, no está tan mal aprovechar el paso por la escuela para atesorar una cierta formación cultural multidisciplinaria.
Aquí se reproduce el texto completo, para que cada uno saque sus propias conclusiones.
La carta que se viralizó.
Estimados padres:
El semestre de sus hijos está próximo a terminar y las notas finales están pronto a ser reveladas, sé que están ansiosos por saber su desempeño, pero recuerden que entre todos nuestros estudiantes hay algunos artistas que no necesitarán comprender mucha Matemática, empresarios que no se preocuparán mucho de la Historia o Filosofía, músicos cuyas calificaciones en Química tal vez no serán las mejores, deportistas cuyas aptitudes físicas serán muy importantes en su disciplina.
Si su hijo no consigue las mejores notas no le quite la confianza en sí mismo, ni su dignidad. Dígale que está bien, que solo son notas, que aún así están hechos para cosas grandes en la vida, no les quiten sus sueños y talentos; hagan esto y vean a sus hijos conquistar el mundo.
Obtener buenas o malas calificaciones no define nuestra inteligencia, no tiene que quitarnos la confianza en nosotros mismos y mucho menos la dignidad.