La norteamericana Kaylin Marie había salido de su casa y, al volver, se dio cuenta de que había olvidado sus llaves. La única vía de ingreso era una ventana corrediza, trabada con un palo de madera.
Sin embargo, no contaba con la astucia de Sam, su perro labrador, que guiado por sus indicaciones logró quitar la vara con sus patas y liberar el acceso para su dueña.Según relató luego, Kaylin le dió golosinas y un chapuzón en la piscina como premios.