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"Yo nunca estuve sola": los desaparecidos del rugby y el recuerdo de una hija

La diputada Alejandrina Barry subraya por qué la memoria sigue siendo esencial. 

por Natalia Torres

23 Marzo de 2021 11:37
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En el plan de exterminio de la última dictadura, pocos ámbitos de la sociedad quedaron exentos del terror. Y, en particular, el universo deportivo tiene también su triste nómina de víctimas. 

En total, 220 deportistas fueron asesinados y muchos de ellos aún se encuentran desaparecidos. El ensañamiento fue particular con el rugby: de ese total, 150 jugaban a ese deporte. A su vez, 20 de esos rugbiers desaparecidos se desempeñaban en La Plata Rugby Club y 10 en el Universitario de La Plata.

Uno de los rugbiers desaparecidos en la última dictadura fue Juan Alejandro Barry, quien jugaba en el club Pucará y era dirigente de Montoneros.

Su militancia había comenzado cuando era estudiante secundario y luego continuó en la universidad. Su compañera, Susana Mata, fundó el sindicato docente de Almirante Brown. Ambos fueron asesinados en 1977 en Uruguay, en un operativo conjunto del grupo de tareas de la ESMA y las Fuerzas Armadas uruguayas.

Alejandrina, hija de Juan y Susana, tenía tres años al momento de la muerte de sus padres y se convirtió en el eje de una manipulación mediática en complicidad con la cúpula militar, de la cual recién se enteró a los 14 años. Hasta aquel entonces, pensaba que un accidente era lo que la había dejado huérfana. 

Fue entonces que se topó con un ejemplar de la revista Somos en la que un artículo titulado "Los hijos del terror" estaba ilustrado con una fotografía suya.

"Se cree que se llama Alejandra y tiene tres años. Su madre, dirigente montonera en Uruguay, se suicidó frente a ella cuando iba a ser detenida. Su padre murió en un enfrentamiento. La niña espera que alguien la reclame" proclamaba falazmente la nota. La revista Gente se sumó a la misma mentira con una nota que llevaba como título "Alejandra está sola", al igual que Para Tí. 

"Yo nunca estuve sola: a través de los lazos de solidaridad con mis tíos, y los amigos y compañeros de militancia de mis padres, pude reconstruir su historia", cuenta Alejandrina, hoy diputada de la Ciudad de Buenos Aires por el FIT, en diálogo con BigBang. "Por eso hago hincapié en la pelea colectiva, solos no habríamos podido", agrega.

Hace pocas semanas, recorrió una vez más su pasado testimoniando en el juicio que se sigue a 17 represores, entre ellos Miguel Etchecolatz, por los delitos cometidos en los centros clandestinos de detención Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y El Infierno, en Lanús.

"Conté muchas cosas sobre la historia de mis padres, especialmente la detención previa al golpe militar en 1974, cuando ambos pasaron por un periodo de clandestinidad en el Pozo de Banfield durante un gobierno constitucional antes de ser legalizados como prisioneros", recuerda Alejandrina. "En esa época, el plan genocida ya se comenzaba a implementar. Mi testimonio fue una manera de expresar lo que creía: que si hoy estábamos en este juicio tenía que ver con una lucha de los sobrevivientes y los familiares que nunca paramos de pelear", sostiene.

Para la legisladora, la importancia de ese testimonio va mucho más allá de la sala de audiencias. También apunta a remarcar como las reivindicaciones de sus padres no son pasado sino también presente. 

"Hay un vacío que dejó la derrota de la generación de los '70, con consecuencias económicas e ideológicas", subraya ysuma: "Su objetivo, que tenía que ver con derrotar al capitalismo, está más vigente que nunca si se ven las condiciones en las que viven millones de personas. Pasan los gobiernos y las condiciones extremas de pobreza siguen. Recientemente, el caso de Maia saco a la luz la situación de una piba que vive como millones más, algo que tiene que ver con las consecuencias económicas de la dictadura que ningún gobierno revirtió y que se naturalizaron". 

Paralelamente, Alejandrina advierte que tampoco "es casualidad que prácticas de las fuerzas de seguridad tengan que ver con métodos de tortura y desaparición".

"Como parte de mi militancia acompañe a muchos familiares de víctimas de gatillo fácil. Más de 10 mil policías de la época de la dictadura continuaban en funciones cuando desapareció Jorge Julio López y son los que forman a los nuevos cuadros", señala. "En este país las fuerzas de seguridad asesinan a una persona por día, en especial jóvenes pobres de barrios populares", dice por último.

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