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Autorregulación

28 Junio de 2016 12:20
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El producto de andar en automático envuelve para sí mismo y para los demás una factura muy alta. Nos convertimos en seres exigentes, dominantes y demandantes del espacio, tiempo y vida de los otros. Todo aquello que nos negamos, o no sabemos darnos a nosotros mismos, desata una búsqueda muchas veces frenética a fin de satisfacer necesidades.

Cuando nos relacionamos entre sí esperamos que las personas con las que nos interrelacionamos respeten una serie de reglas que permitan la convivencia. Pero aquí cabe la pregunta ¿Qué pasa cuando no tenemos claro o desconocemos nuestras propias reglas? En teoría asumimos, qué si deseamos vernos respetados en nuestras propias reglas o límites, también debemos respetar o moderar nuestro comportamiento con respecto a los demás. Nuestro diario vivir nos muestra, que con frecuencia se queda en teoría, convirtiendo este punto en causa de múltiples conflictos en el mundo relacional.

La autorregulación nos garantiza no ir por la vida de forma desproporcionada riñendo con todo aquel que no se ajuste a nuestros deseos, y el primer paso hacia esa dirección es comprender que la vida compete al individuo; es decir comienza y termina en nosotros. Somos seres diferentes es por ello que nadie nos impone las reglas, es algo que tiene que ver con cada uno. Lo que puede ser permisible para algunos puede ser causa de serios conflictos para otros. Se basa en un sistema personal de valoración y de acuerdos privados que tienen que ver con lo que se ha construido cada quien en función a sus experiencias y preferencias.

Cuando no incorporamos una filosofía de autorregulación, podemos asumir conductas dañinas para nosotros mismos. Destaquemos que todo se sustenta en un autoconocimiento; en saber quién soy, como funciono, qué siento, que me complace; es un revisarse permanentemente y en virtud a ello, el resto de las personas con las que me relacione independiente a que tengan claro o no sus propios límites, resuenan y se topan con los límites y reglas que emanan de mí.

Escuchamos con mucha frecuencia el término autoestima, y en realidad es lo que marca el camino en función a que tanto me amo, me considero y me respeto, en esa medida se obtiene reciprocidad. Si la vida se trata de crecer y evolucionar todos los días, no podemos estar exentos, pertenecemos a esa rueda de desarrollo interno que nos permite proyectar con claridad y de forma definida lo que somos y como pretendemos ser tratados, simplemente porque ya ha sido previamente incorporado.

Esta regulación espontánea, voluntaria y consensuada implica fluidez y está lejos de ser asumida como una posición de poder hacia otros, sencillamente porque es producto de un reconocimiento que se ha iniciado en nosotros.

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