Más
Comunidad

Ayer y hoy, un año después

04 Septiembre de 2015 10:08
1552075211128

Hoy se cumple un año de tu partida definitiva, Gustavo. Algún tiempo atrás ya había pensado en escribirte algo, pero nunca se me dio la oportunidad perfecta para hacerlo, la cual apareció hoy. Te conocí en profundidad muy tarde, y te disfruté cuando ya solo vivía tu mente; tu cuerpo estaba ahí, pero ya no sentía. Sin embargo, tu agonía nos daba certidumbre a todos. Esperando algún milagro, aunque nada pasaba. No sé qué esperabas exactamente para soltarte, o si solo suponías que alguien te iba a ir a despertar, pero todo lo que vos lograste escuchar durante esos 4 años eran voces en off con expresiones deformes. Ecos. Nosotros festejábamos todos los mínimos signos de vida que los médicos percibían. Todos te trataban suavemente, como alguna vez pediste, pero vos permanecías ahí acostado, sonriendo, sin sobresaltos, observándonos con los ojos cerrados. Antes te quejabas de que la gente solía dejarte solo, pero sin embargo durante esos 4 años la gente más cercana a vos nunca abandonó tu habitación. Seguramente temías por tu cerebro aprisionado, al borde de la cornisa, pero seguías sonriendo a pesar de todo. Quizás solo pensabas que estar despierto era un delirio de condenados, por lo que pretendías nomas que alguien te despierte cuando hubiera pasado todo este temblor que es el mundo de hoy en día. Y nosotros, apurados, te decíamos que no, que iba a ser mejor que te levantaras de una vez, y cruzábamos los dedos para que volvieras por lo menos un día más.

La espera nos terminó agotando y todavía no sabíamos nada nuevo de vos, pero detrás de tus párpados, de tus ojos, se podía ver escondida la soledad, y quizás en el fondo sí tenias esas ganas de volver con nosotros. Después de tanto tiempo en ese limbo, el vacío se volvió un lugar normal para vos, donde seguramente conociste y admiraste la escalera en espiral  que subía hacia la cúpula, hacía otra vida seguramente mejor. Pero preferiste esperar un tiempo para finalmente subirla. Quizás también creías que nadie te había visto partir, y por lo tanto nadie te esperaba. Pero no era así. Acá nuestra fe se mantenía en pie, sonando en nuestras cabezas como un disco eterno. Mientras no hubiera novedades, tampoco habría decepciones, pero muy en el fondo sabíamos que eras una bomba del tiempo. Ese es el curso de las cosas.

A veces suceden cosas imposibles, y nosotros hasta llegamos a creer que vos ibas a ser la excepción, que algún tipo de magia te iba a despertar y te ibas a quedar aquí. Nunca supimos si ya era muy tarde, o no lo quisimos saber, pero no se podía hacer otra cosa que esperar. Estoy seguro que, si aún pensabas, en algún momento deseaste despertarte y al fin con tus seres queridos volver a jugar, pero mientras tanto caía el sol y acá seguíamos soñando. Llegando el final, solo queríamos formar una clase de puente entre vos y nosotros, para que nos pudieras decir algo antes de irte, algo para dejarnos tranquilos. Te terminaste abandonando a la corriente, yéndote con las olas para al fin descansar de todo ayer. Hoy ya no existís, y la gente le hace altares a tu fantasma, a tu alma, desafiando los ritos y destruyendo los mitos. Aún así, seguís vivo en tus canciones que con su singular fuerza natural siguen despertando nuevas sensaciones en la gente. Hoy estás sobre alguna balsa de madera, navegando sobre algún lago ahí en el cielo, donde seguramente pudiste ver de vuelta a Lucy, como alguna vez te pasó acá.

Dios te libró a vos. Todavía no nos libró a nosotros. Hoy, aquí y ahora, sos un ángel eléctrico, que sin embargo recuerda con nostalgia aquél amor de música ligera del que supiste disfrutar. Nos miras desde arriba a través de una persiana americana bastante distinta a las de acá, porque debes estar ya a un millón de años luz, y quién sabe cuánto más. Hoy no queda otra que recordarte, poniendo en tu nombre canciones tristes para sentirnos mejor. De esta forma, ya sos parte de todos sembrando en cada uno la semilla de tu locura y de tu música. Para vos tardó en llegar. 4 años tardó, pero al final siempre dijiste que había recompensa. Perdiste la batalla contra la vida acá, pero seguramente estés en un lugar mejor. Nos llevaste hasta el extremo, y hoy solo nos toca disfrutarte desde lejos y recordarte. Adiós.