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Barreda, el odontólogo más tristemente célebre de la fauna argenta, quedó final y definitivamente en libertad. Listo. Se terminó el tema cárcel para el.
Y para alguien que estuvo los últimos 20 años dentro de un correccional, no es poca cosa.
Cómo llegó a esa situación, ya no es pregunta. El tipo, cansado de sufrir el hostigamiento de su esposa e hijas durante toda su vida adulta, un día se cruzó con una escopeta estilo cazador de osos, de esas medio antiguas y con las cachas de bronce grabadas con algún tipo de firulete, y se las cargo. Una por una. A mi no me vas a decir nunca más conchita.
Todo eso ya lo sabemos. Pero antes de todo eso, o mejor dicho durante, fue un respetado y elogiado odontólogo platense.
Los 4 cuerpos. Suegra, esposa y 2 hijas.
¿Y ahora? ¿Cómo sale el barreda de prisión? ¿Criminal o dentista?
Algo es seguro. Dinero no le sobra. Vitalidad y edad, le faltan. Amigos... vaya uno a saber.
Seguramente encontrará los primeros días un puñado de curiosos y conocidos que lo buscarán y de algún modo apoyarán, por lo menos por un tiempo. El que le vendía el diario, algún panadero o vecino. Un primo que esté tan solo como él...
¿Pero después? Morirá solo y pobre como el viejo Puccio o intentará volver a ser, de algún modo, quien siempre quiso ser? Un viejo dentista. Y en ese momento, cuando vuelva al oficio de odontólogo en el que tan buena escuela hizo, ¿Quién podrá relajarse y entregarse, boca abierta, tensa, ojos cerrados, a las manos de un asesino?
Algo es seguro, la secretaria que atienda su consultorio debería ser, por su bien, de las que hablan poco y nunca, nunca, cierran los dos ojos a la vez.