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¿Cáncer superado?

18 Julio de 2016 09:21
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He conocido muchas personas con este padecimiento, unas muy cercanas que ya no están físicamente con el dolor que reviste el sufrimiento y la pérdida, otras la transitan actualmente. En mi caso ha sido necesaria la intervención ginecológica (histerectomía total) por tumores con presencia cancerígena en etapa incipiente hace ya 18 años. Esto obliga a reflexiones y replanteos.

No puedo dejar de sentir cierta alarma o escalofríos cuando escucho luego de ese primer diagnóstico y posterior proceso de recuperación; los comentarios de: yo ya superé el cáncer, he luchado y gane la batalla, lo he vencido. Observo euforia, el cabello crecer nuevamente, los tratamientos distanciados, las revisiones periódicas que hacen pender la tranquilidad de un hilo hasta la llegada de los resultados, recuperar la normalidad con una fragilidad presente que te recuerda permanentemente que algo estuvo haciendo estragos en tu vida sin tu aparente permiso y control. El cristal se ha roto y ese enorme ejército que te acompaño en esa primera batalla se derrumba cuando el cáncer en muchos casos reaparece; te deja sin fuerzas, con la negativa de pasar por ello nuevamente.

En mi desempeño como psicoterapeuta tengo la oportunidad en consulta de compartir distintos procesos por distintos tipos de cáncer.  Sé que enfrentar una enfermedad como ésta considerada de alto impacto por los antecedentes y referencias que se manejan, es acercarte al fin de la vida y eso naturalmente asusta y entras a un pánico que juega en detrimento al éxito de los tratamientos. Pero qué sucede que es el punto que me ocupa en estas líneas, cuando se aborda la enfermedad desde la lucha o desde una batalla campal sin tregua. Donde expresiones como: esta enfermedad no va a poder conmigo, son aupadas por un colectivo que intenta con buenas intenciones inyectar optimismo y razones para no rendirte.

Para mi es exactamente lo contrario, rendirse es el punto de partida y antes de que me tilden de desquiciada permítanme explicarlo. Las estadísticas son escandalosas y por nombrar alguna de ellas en la parte occidental cada 1/2 hora se pronostica un cáncer de mama, esto aunado a  distintos estudios que determinan la poca efectividad de la quimioterapia en un porcentaje aproximado del 2.1% representando un bombardeo químico de altísima toxicidad para el organismo. Aquí es donde cobra fuerza el refrán: muchas veces es peor el remedio que la enfermedad, con todo respeto a esa opción de tratamiento. Podríamos hacer mención al cáncer de colón y de próstata y no sorprende que el índice de mortalidad por cáncer sea mayor en hombres que en mujeres, y es que al hombre se le dificulta aún más manejar su emocionalidad, por su naturaleza, por la crianza y por cultura, exteriorizan muy poco su mundo interno, pero existe y suele hacer estragos en la salud cuando no es atendido.

Ahora bien, cuando hablo de rendirse hago referencia a esa aceptación que no tiene que ver con el no hacer nada por la recuperación, muy por el contrario implica asumir la responsabilidad de lo que me esta aconteciendo, de que esto se ha presentado en mi vida para y por alguna razón con la cual me comprometo a profundizar y trabajar en mí.  Cómo se inicio la enfermedad, cuáles han sido las condiciones emocionales presentes, como está mi mundo relacional, mis experiencias y en definitiva que está pasando conmigo para que un padecimiento como el cáncer me haga un llamado necesario a la velocidad  y a estados de inconsciencia de cómo estoy llevando mi vida. Esto obliga a una revisión exhaustiva que siempre develará información importante que omitimos por nuestro propio estado de automatismo  y a veces de soberbia y rebeldía.

El trabajo en consulta pasa por explorar todas estas variantes que están presentes en estado inconsciente, precedido por situaciones dolorosas o de impacto que la persona se niega muchas veces a abordar, llegando al extremo de preferir dejarlos ocultos antes de dar luz a esos espacios de sufrimientos silentes que dan origen a muchas enfermedades. Depresión, tristeza, abandono, rechazo, episodios como violaciones considerados vergonzosos , duelos no hechos, lágrimas no derramadas, secretos de familia, identificaciones inconscientes, lealtades familiares invisibles, discursos silenciosos que se convierten en venganza hacia a otros basado en el daño propio.

Es indispensable conocer que elementos abonaron el terreno para que esta enfermedad apareciese. Cuál es la estructura de pensamiento, sentimiento e información por la que navega su vida, con que pensamientos se queda dormido, cual es el alimento que nutre sus horas, a que le da mayor peso: al estrés, a la ansiedad, o a la paz y la tranquilidad. El cuerpo es un subproducto de como procesamos la vida ante las distintas circunstancias y acontecimientos, de cómo abordamos los conflictos, o si vamos por la vida reservándonos todo  aquello que no supimos resolver por no tener las herramientas o por negarnos a solicitar la ayuda necesaria por creer que podemos solucionarlo solos, para que luego, estos mismos elementos socaven todo a su paso a nivel interno sin ni siquiera darnos cuenta.

Lamentablemente los que padecen o han padecido esta enfermedad pasan a ser solo un número y reciben muy poco apoyo en la parte emocional que es la que observo como base principal desencadenante de las enfermedades. Estar ante un diagnóstico de estas características paraliza,  el miedo paraliza y a consecuencia de este miedo también se detiene el sistema que preserva la vida.

Existen cada vez más descubrimientos que la ciencia pone a disposición, como el extraordinario trabajo realizado por el biólogo celular Bruce Lipton en “La Biología de la Creencia”. Permítase, investigar, explorar sobre la enfermedad, sobre su emocionalidad, solicite ayuda, adquiera herramientas para hacerle frente si desea continuar bajo tratamientos tradicionales pero involúcrese en su efectividad y en definitiva conozca al ser que habita en usted que es más que un cuerpo. Infórmese como funciona, que siente  y responsabilice la forma como la vida ha decidido llamar su atención a través del cáncer. No se plantee la enfermedad como una batalla, creo que no será la forma como conseguirá que ésta coopere y responda a los tratamientos, reconózcala, acéptela, respétela y si es posible para usted muestre un poco de amor por ella a pesar de la rabia, porque de cualquier forma es parte de su creación y  está allí para mostrarle lo que ha ido contrario al bienestar en su vida y que usted no ha podido o querido ver. Sé que es la parte más compleja de lograr en el inicio, pero se puede y recuerde una máxima “Lo que no se expresa por palabras se expresa por dolores”.

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