Será que cada vez le quito más dramatismo al fútbol, o a la vida, pero el hecho de queCristiano Ronaldo haya sido escogido mejor jugador del mundo o Balón de Oro por tercera vez en su carrera no es algo que me quite el sueño como quizá sí me hacía desvelar hace unos años. No discuto su merecimiento, como tampoco sería capaz de echar pestes si lo hubiese ganado Neuer, que ha quedado por detrás del portugués y de Messi en la elección. Quizá ya me hubiese sorprendido más que lo ganara el crack del Barça: y no porque no sea un crack, sino porque comparando el año del argentinoy del portugués, siempre hablando en el plano individual, gana por goleada Cristiano.
Que ganara Cristiano es algo que se veía venir: me podría poner la elástica de forofo y endiosarlo hasta las cejas, pero es que ni el que menos sabe del fútbol en el mundo puede discutir que se lo lleva por 'pesao', por insistente, por querer comerse el mundo y ser mejor que su antítesis en el archirrival. Es así: su tercer Balón de Oro es una demostración que quien la sigue la consigue: que quien trabaja para ser el mejor lo acaba siendo. Y aunque una vez leí por ahí que para cada cosa, por absurda que sea, existe su respectivo premio, al Balón de Oro se lo eleva a categoría de imprescindible para calcular las dimensiones de un futbolista. Cristiano es muy bueno, pero quiero serlo más.