Todo parecía un día normal, la abuela cumplía un año mas y sus familiares se encargaron de hacerle una fiesta sorpresa. A la hora de soplar las velitas la pobre señora no tuvo tiempo de pedir los tres deseos. Sus familiares comenzaron a tirarle aerosol serpentina sobre la cara ignorando lo inflamable que puede ser ésta situación. Mirá el sorprendente regalo que le hicieron sus seres “queridos”.
Lo ideal quizás hubiera sido un cacheo previo entre los invitados para evitar un dolor (y ardor) de cabeza innecesario.