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Iggy Pop, lo indestructible del rock

17 Octubre de 2016 06:35
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Miles fueron las personas que el viernes se reunieron en Tecnópolis para disfrutar de la primera noche del Festival Bue, que volvió tras una década de espera. Con una programación ecléctica y un showman de lujo, el público argentino se mantuvo siempre bien arriba y muy atento a las opciones.

En medio de un cielo totalmente nublado que, por momentos, amenazó con lluvia, el gran predio de Villa Martelli estuvo compuesto por tres escenarios. Entre tantas bandas y atracciones paralelas, la onda de la gente y un Iggy Pop en la cima, nada podía salir mal. La Iguana mostró sus credenciales de rockero por la eternidad y salió a la carga con un show excelso que renovó el fanatismo por su imponente música.

El casi setentón, con el torso desnudo y una larga cabellera rubia, regaló un inicio demoledor de la mano de I Wanna Be Your Dog, The Passenger y Lust For Life, que dejó a más de uno sin aire. Auténtico por donde se lo mire, Pop demostró ser un trabajador del rock poniéndose al hombro una vez más un show que respondió al porqué de su vigencia.

Los temas 1969, Nightclubbing y Gardenia de su último Post Pop Depression, entre otros, fueron el nudo que llevó a un desenlace que rompió cabezas. Tras las descargas de Raw Power y No Fun, llegó el hitazo Candy.

Recordemos que la primera jornada del BUE, realizado en el amplísimo predio de Tecnópolis y con la presencia de 16 bandas de acá y de allá, tuvo variadas opciones en la previa de la Iguana. Una de ellas fue el debut en Buenos Aires de The Libertines, la banda británica liderada por Pete Doherty y Carl Barat, quienes hasta se animaron a entonar estrofas de cancha.

Más temprano y también al aire libre, El Mató a un Policía Motorizado fue el mayor exponente nacional de la jornada, presentando una hora de su rock fuerte y de distorsión suave. En el escenario cubierto hubo mujeres: La Mala Rodríguez, Miss Bolivia y Bomba Estéreo, que pelaron su rap femenino, actual y sin pelos en la lengua. Como debe ser.

Una especial característica es que se trató de un festival donde no se prohibió la venta de alcohol. Pero, lejos de convertirse en un problema, el lugar se mantuvo en calma y total armonía. Pulgar para arriba y que viva el rock.

Karina Procopio

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