Los seres humanos tenemos la tendencia a etiquetar y atribuirle funciones a todo. Relacionamos el cese de nuestra principal actividad productiva con la tercera edad, estimo que malinterpretamos y me sorprende la cantidad de personas que se jubilan de la vida independientemente de su edad cronológica.
Observas a individuos en desempeños laborales durante muchos años que no son de su agrado, esperando conformes a que llegue su jubilación sin atreverse a plantear alternativas diferentes. Otras que estando en el tiempo cumplido se niegan al retiro por la incertidumbre de no saber qué será de su vida una vez que se topan con el vacío que produce el levantarse sin la obligación de asistir al lugar acostumbrado de trabajo.
Valido completamente el miedo que ello implica, mucho más cuando no nos hemos preparado con fuentes alternas como mecanismos de sentirnos útil y reitero no es inherente a la edad. Curiosamente estamos ante personas que prefieren mantener ese tiempo suspendido que el tomar medidas hacia otras direcciones que impliquen crecimiento, evolución, quedándose estáticas en el presente y asumiendo un futuro con resignación, como si no dependiera de sus mentes y accionar la posibilidad de construir la continuación de su vida productiva.
No cuestiono el que alguien se emplee por largos periodos si así lo desea, yo misma lo estuve, no obstante podemos y estamos en la obligación de sacudirnos esa pereza mental y considerar que no es la única opción generadora de recursos que poseemos, que somos creadores y responsables de nuestra realidad y que en cualquier momento tomar la decisión de iniciar otra etapa en nuestro mundo laboral o productivo puede significar no solo enriquecedor, sino la posibilidad de entregar a un colectivo o sociedad todo lo que hemos aprendido pero de una forma transformada y particular.
He presenciado en consulta adultos jóvenes que en su conducta y postura asemejan a personas que podríamos considerar ancianas, perdiendo la carrera mucho antes de comenzar, negándose a tomar cualquier tipo de acción, sin horizontes ni proyectos, sencillamente jubilados de la vida. Recordemos, que poseemos talentos y habilidades únicas que posiblemente no estemos explorando por mantenernos dentro de lo seguro, en un espacio de comodidad, en lo conocido, sin arriesgar. No te pido que renuncies mañana a tu empleo si lo tienes, es una invitación no importa la edad que tengas, a que evalúes tu actividad actual y el grado de satisfacción que esta te aporta, si se parece en algo a lo que tenías proyectado para ti, a que te detengas a pensar en los pequeños cambios que puedes incorporar para sentirte motivado e ir a un siguiente nivel, es un paso a la vez, solo eso y comienza por pedir apoyo hasta dar con ello.
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