La ley sobre protección de datos personales contempla en su articulado la cesión entre organismos del estado prescindiendo de la autorización de los ciudadanos en tales casos. Más aun, el Director del organismo encargado de aplicar dicha ley, Eduardo Bertoni, indico en declaraciones radiales que ya han existido otros acuerdos en años anteriores para intercambiar datos entre organismos públicos.
Sin embargo, el tono más político, lo dio el amparo del diputado Héctor Recalde, que en su presentación afirma, sin una acabada argumentación, que en verdad los datos no se utilizarían para los fines declarados sino que se utilizaran para realizar propaganda política, en vistas a las elecciones legislativas del año 2017.
Resta entonces, que finalice la feria judicial y que los amparos sean resueltos por la justicia y ver si prosperan las medidas cautelares solicitadas para frenar el Convenio. Fundamentalmente el problema radica en un valor que no suele estar presente en la relación entre gobernantes y ciudadanos: Confianza. Si confiamos en que el Estado Argentino va a cumplir con el fin para el cual utilizarán los datos, entonces esta situación posiblemente no hubiera existido. Pero en esta crisis con el sistema político, sumado al contexto político actual que estamos viviendo, pone en jaque el valor confianza que debe primar en la relación entre los gobiernos y sus ciudadanos.
El uso de los datos es un desafío que se viene planteando desde ya hace unos años y existe, en el imaginario colectivo, que ya no muchas cosas son privadas. La privacidad parece ser algo del pasado.
Las letras chicas (y a veces no tan chicas) de muchos de las redes sociales y portales utilizadas mundialmente permiten una recolección y utilización de una enorme cantidad de datos de los usuarios que permiten segmentar la comunicación a un público u ofrecer productos específicos a un usuario partir del rastreo de la navegación en internet. Acaso navegar por facebook, Twitter o realizar búsquedas en google y mercadolibre son gratuitos? Si, uno no paga por utilizarlo, pero la moneda de cambio la entrega de una enorme cantidad de datos de los usuarios: desde su nombre y apellido, hasta su idea de viajar o de comprar determinada prenda de ropa o producto. El costo son todos los datos que uno entrega a las empresas y el uso que uno no sabe que se le da. No es casualidad que al buscar un término en google, luego en facebook aparece una publicidad de una página sobre eso que buscó.
La privacidad ¿de verdad existe?