Hay algo constante instalado en las sesiones de coaching que es la zona de confort. A mí me gusta llamarlo zona de comodidad. Es una zona donde todo aparenta ser más seguro. La pregunta sería, ¿seguro de qué? ¿seguro para qué?
Hay mucha gente que dentro de esta seguridad está insatisfecha. Cuando empezás a preguntar en una sesión de coaching, detrás de una zona de comodidad puede haber una zona de certezas. Estoy bien así, ¿para qué voy a moverme si así estoy bien?
No hay desafío.
La emoción que transita una zona de comodidad tiene un riesgo potencialmente peligroso para la persona que coquetear con la frontera de la resignación. A veces la conversación privada te lleva a esos lugares donde “lo que tengo está bien y no me quiero mover” y con eso perdés el entusiasmo del desafío.
¿Cuántas cosas te perdés por no animarte a salir de la zona de comodidad?
La zona de comodidad hace que tengas un espacio de aprendizaje limitado.
Como decía Sócrates, “una vida autoindagada es una vida que merece ser vivida”.