01 Agosto de 2016 18:05
¿Por qué nos reímos de cosas de las que se supone que no nos debemos reír? ¿Existe algún límite para hacer chistes?
Según cuenta Antonio Martínez Ron, en su artículo: "Lo que dice la ciencia sobre los "límites" del humor", en octubre de 2001, apenas tres semanas después de los atentados del 11-S, el humorista Gilbert Gottfried hizo la primera broma pública sobre los ataques a las torres gemelas.
Gilbert dijo que había intentado sacar un billete de avión, pero no había vuelos directos porque tenían que "hacer primero una parada en el Empire State Building". La gente respondió con abucheos.
Unos años después, tras el destructivo tsunami de Japón en 2011, Gottfried fue también criticado por tuitear algunos chistes sobre la tragedia.
El Psicólogo Andrés Mendiburo expresá que, “Existe un componente en el humor que es agresivo y que es universal”
Y sigue Mendiburo “En Chile, en los años 90, era muy habitual que se dijeran muchos chistes sobre Pinochet, porque lo que hace el humor es darte una cierta suerte de superioridad frente aquello a lo que está atacando.
N de A - En éste punto me detengo. Dejemos que el humor fluya en aquellos que así lo desean, en todo caso, la indiferencia será el antídoto adecuado.
Es probable que M.Tinelli se sienta “atacado” y acotada su cuota de poder y consecuentemente “inferior” y por ello, utilizar el humor, para revertir mediante un sketch, lo que no pudo hacer en la realidad.
Un hombre ambicioso que no sabe de límites, cuando los encuentra, intenta soslayarlo con los medios que tenga “a mano”.
Aquí la agresión y la sensación de superioridad “ficticia”, se expresan y se tramitan, mediante una burda imitación...