Corría Febrero de 1995, Villa Maipú San Martín, estaba sola, haciendo limpieza y arreglos en la casa, ya que los viejos se había ido a pasar algunos días a Mar del Plata.
Suena el teléfono y con las manos engrasadas y sucias, agitada, etc. Voy a atender. Era Alejandra, una productora que yo había conocido el año que había pasado con motivo de trabajar un mes en la oficina de los hijos de Tato que seria nombrado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires, y querían que yo trate de organizar una velada llena de famosos. Ella había sido junto a otro productor, Ejecutivos del ciclo de ese año del gran cómico nacional.
Me comento que la había llamado para hacer ese año (1995) la Producción Ejecutiva de “El Palacio de la Risa”, para canal 13. Que estaba armando un equipo nuevo y que le gustaría tener una reunión conmigo. Le dije que si, que claro y quedamos para el otro día.
Para no entrar en gran des detalles, a mediados de febrero ya era parte del equipo. Mi primera experiencia en TV y con Gasalla,
Un vuelco en mi carrera tremendo en ese momento, un momento realmente feliz. La productora que me había llamado tenía un coordinador de producción, y luego éramos tres productoras más, aunque en realidad, por los sueldos y las experiencias, yo mas que nada era una asistente de producción. No me importaba nada, yo aprendía, estaba atenta, los ojos, los oídos, la cabeza, todo abierto para aprender de ese genio que no le importaba en lo mas mínimo enseñarnos. Pero no lo lograba.
Mi tarea principal era la de traer los invitados, basada en una lista que Antonio había escrito. A mitad de año surgen conflictos y la producción sufre cambios bastante significativos. La cosa es que la Productora Ejecutiva y el Coordinador se van. Y quedamos a cargo de Antonio nosotros.
Terminamos como pudimos ese año sabiendo que el próximo íbamos a seguir con algunos cambios.
Y los cambios sucedieron. A la Empleada Publica, se agrego La Gorda, que volvía después de tanto, tiempo, musicales en vivo, publico en las tribunas y de vez en cuando algún artista plástico. O sea que mi trabajo aumento. (los detalles económicos que estos cambios significaron me los reservo, pero lo que si puedo decir es que fueron los desencadenantes del odio feroz que el dueño de la Productora tomo hacia mi, que con el tiempo se ha vuelto reciproco).
La verdad es que creo que hice un buen trabajo, si bien todos los artistas querían ir al programa de Antonio, también es cierto que me superaba semana a semana. Cada vez mejores, mas geniales, mas grosso.
Hasta que un día estaba todo listo menos el invitado de la Empleada Publica, mis compañeras por supuesto ya se habían retirado, y yo sola (con el cadete, que curiosamente ya nombre en otras anécdotas ahora es el gerente artístico de la Productora), buscando artistas, llamando a mil personas, hasta que llame al celular a Ricardo Darin, que si bien era ya muy famoso (estaba haciendo en Teatro “Algo en común” y venia del exitazo en TV con Brandoni de “Mi cuñado”), no era el Darin de ahora, prestigiosísimo, premiado, uno de los tres o cuatro mejores actores argentinos.
Era tarde, de noche, supongo que Ricardo intuyo mi desesperación, me dijo que si, me pregunto la hora y en donde tenis que estar. Me quede tranquila, era un buen trabajo.
Llamo a Antonio, siempre tengo la costumbre de pedir disculpas al molestar a alguien por teléfono y de preguntar” le puedo robar dos minutos? ”. Cerré a Darin para mañana, le digo, me contesta “si, si, ojala que venga no?”, “claro, por que no va a venir”, le pregunto. Su respuesta fue: “ay cállate tarada”. Y corto.
Al otro día Ricardo vino, antes de hacerlo me llamo un par de veces a mi celular para avisarme que no me asustase que estaba viniendo pero que lo había agarrado la barrera de Córdoba que era tremenda en esa época (lo sigue siendo) y que solo estaba un poco atrasado.
En fin, que con el estudio listo, el publico sentado en las gradas, los técnicos preparando todo, yo arreglando unas flores en unos cubos en donde Antonio hacia monólogos pequeños a modo de separadores, a un minuto de empezar a grabar. Con Ricardo viniendo, los otros invitados en los camarines. Antonio entra al estudio con su smoking negro y moñito más sus pantalones cortos. Se mete en el agujero que todas las semanas cambiaba de escenografilla.
Me mira, y delante de toda esa gente, me dice “Nora: discusculpame por lo de anoche”, yo sabia de que hablaba pero como estaba tan sorprendida le digo “a que se refiere Antonio ?” y me contesta:” a lo que vos tengas ganas”.
Mis compañeros me miraron todos como extrañados, el asistente de dirección hizo como un gesto de no poder creer lo que había escuchado. Y cuando esa grabación termino, todos me dijeron, te felicitamos es la primera vez que escuchamos a Antonio pedirle disculpas a alguien.