Cuando estamos en una relación de pareja que consideramos importante y no estamos conscientes de nuestras heridas, nos convertimos en mendigos del amor. Tiene mucho que ver con lo que pensamos acerca de si merecemos amor o no, basado en conductas aprendidas desde la infancia ligada con el hacer las cosas bien para recibir el amor de las personas más importantes, nuestros padres.
Comencemos por coincidir que todos estamos heridos, nadie está exento de ello, en menor o mayor grado porque forma parte de cómo hemos percibido el amor que recibimos en esa etapa primaria de nuestras vidas y si nos hizo sentir amados o no. Viene conformado también como una característica humana desde que abandonamos la comodidad del vientre materno para incorporarnos a un nuevo ciclo de vida, y allí experimentamos una herida inicial a través de la separación, no obstante es lo que nos posibilita movernos hacia nuevas formas de unión.
Si nos detenemos en episodios de la vida que contienen mayor carga de drama por lo difícil de algunas situaciones experimentadas, nos produce esa sensación de que no me aman como yo amo, o que amo y doy demasiado y no hay reciprocidad, elementos estos que componen la herida. Comprender esto nos permite elaborar un proceso interno que nos permita reconocimiento, apertura y entrar en relaciones que nos nutra como pareja y como persona.
Ahora bien, entendamos que escogemos pareja desde una necesidad no satisfecha, que toda herida genera dolor pero también genera acercamiento, por lo tanto como la mayoría no se encuentra consciente de su herida, las personas que se acerquen a nuestra vida nos vendrán a mostrar precisamente lo que nos duele y que no hemos reconocido y trabajado, colocando a muchos en una posición de olvidarnos de nuestras propias necesidades para dar de forma incondicional y a veces sin exigencias, mendigando afecto.
Cuando me doy cuenta de que todo lo que estoy necesitando del mundo y de los otros tiene que ver conmigo y que todo pasa por recuperar mi relación conmigo que es la que se encuentra en desbalance, es donde comienzo a buscar en mi todas esas faltas y privaciones en función de ir sintiendo mayor plenitud conmigo, porque la pareja ni ninguna otra relación está para suplir mis carencias.
De manera que expresiones como otra vez atraje un ser equivocado a mi vida se transforman en la responsabilidad que tenemos de esa atracción; porque a nuestra vida no llegan personas equivocadas, llegan las personas que necesitamos para emprender el proceso que implica el autoconocimiento.
Hagamos lo que corresponde para dejar de amar desde una estrategia a veces consciente y a veces inconsciente, tomando acciones para obtener algo que necesito en vez de amar desde el corazón y desde mi capacidad de dar que es la base del verdadero intercambio y crecimiento.
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