Seas culpable o inocente tenés algo a favor: que te llamás López.
Un apellido común, simple, con millones de López alrededor entre los cuales te podés esconder, mantener el perfil bajo o simplemente pasar más desapercibido.
Otra de las ventajas de llamarse López es que te podés agregar el apellido materno y lo convertís rápidamente en López Algo, y López Algo no es López, tiene otra identidad. Ni hablar si te agregás un apellido cheto y te convertís en un López Sauvidet, López Bullrich o López Braun.
Esta reflexión - bastante ridícula por cierto - viene a cuento porque estamos en una sociedad mediática y lo mediático adquiere una fuerza increíble que te puede hacer caer o levantar en segundos. Lo mediático tiene más fuerza que cualquier justicia que haya, sea buena o mala. Y para ser justos, la fuerza mediática está presente en cualquier país del mundo, no es meritoria del nuestro.
Pensá en apellidos más difíciles y menos frecuentes: Blatter, Burzaco - del mundo futbolero; Kirchner, De Vido - del mundo político; Shocklender, Puch - del mundo penal. Esos apellidos, con razón o sin razón, han quedado grabados en nuestras mentes con algún significado. Un significado que tiene que ver con el promedio de imágenes, palabras que hemos escuchados sobre ellos. Y la verdad es difícil borrar ese significado de nuestras mentes.
Borrar significados asociados es muy difícil, todavía no se inventó el “borratinta” mental que te haga desaparecer juicios, prejuicios o ideas asociadas a una persona, marca o producto. Pero con tanto avance de las neurociencias, y de los emprendedores, no pierdo las esperanzas. Pronto va a existir un producto así: en forma de pastilla para borrar los recuerdos ingratos, o en forma de chip que te injertas en la piel para no recordar a las personas y sucesos que no querés.
Por lo pronto, hasta que eso suceda, lo mejor es seguir teniendo apellidos que sean fáciles de mezclarse en la multitud si lo que buscás es el bajo perfil.
En mi caso particular, prefiero usar un seudónimo. Mi apellido no es muy común, y tengo miedo que quede asociado a todas las tonterías en las que pienso. Mi familia ya no soportaría un papelón más, y yo menos.