Después de ver varios juramentos en el Congreso de la Nación..mi cerebro se trabó en la pregunta “¿por quién jurarías vos?” era como una frase sinfin en mi cabeza..¿por quien..?, ¿por quién jurarías..?.. me sentí literalmente una vaca, rumiando una idea constantemente.
Jurar, según investigué es “prometer una cosa solemnemente, poniendo por testigo o como garantía de ello a Dios o a personas o cosas muy respetadas o queridas por la persona que promete”.
Después de leer esa definición, ahí me quedé más tranquila “es poner de testigo a alguien muy querido”..
¿yo pondría a mis hijos, mis amigos, mi familia de testigo de algo mío”? Y me volvía a trabar...
A nuestros hijos los amamos.. pero poner de testigos a menores de edad que no pueden opinar de nosotros, sólo nos aguantan porque no tienen otra, no me va: no los nombraría. Además, a ver si me agarra un juez de menores...pobres chicos.
A mis amigos sí los pondría, pero sería selectiva...no a todos.. tengo muchos amigos (por suerte) pero ¿para que comprometerlos a ellos con cosas mías?.. además tengo amigos “que son excelentes personas” y amigos “no tan excelentes” pero que los amo por igual justamente por ser así: hiper-imperfectos, hiper-descreídos, hiper-hacemos lo que podemos con nuestras vidas..
A mi familia ..¿la pondría de testigo mío?.. y algunos miembros sí, a otros ni loca!. Me imagino a mi mamá diciéndome “yo te dije que no hicieras..””yo te dije tal cosa..” y ahí me arrepiento en cinco segundos de todos mis juramentos.
Conclusión, no pongo a nadie terrenal como testigo mío y al contrario, juraría: “juro liberarlos de la carga de ser testigos de mis actos”.
¿Y si lo pongo a Dios como testigo?.
Esa es otra gran pregunta, pero necesito hablar con el Papa Francisco antes de rumiar alguna respuesta.