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Un café para soñar

23 Enero de 2017 13:19

Corrientes y Anchorena, frente al Abasto. La ciudad en pleno movimiento de gente que anda a las corridas, pendientes del reloj, pensando en los trámites que hay que hacer, los llamados por atender, y encima, elegir qué cenar a la noche.

Estoy en la esquina observando toda esa escena, digna de una película. De repente, veo como un hombre con sus piernas largas como vigas, se acerca hacia mí. Es el hombre que esperaba. Sonríe, se quita los anteojos de sol, abre la puerta del café y me invita  a pasar primero. Elegimos una mesa. Presiento que su ser es tan transparente como su mirada. Tiene sus ojos marrones y debajo de ellos dos lunares casi simétricos que no dejan de llamarme la atención.

La jornada estaba propuesta solo por un rato,por un café, un rato de descanso en mis idas a la Capital, que siempre suelen ser a las corridas como le había advertido. El hombre sonríe. Hablamos de la vida, del boxeo, y de Muhammad Alí, mi único ídolo. Me sorprende. Abre su maletín y saca un libro de el mejor boxeador de todos los tiempos. "Este presente es para usted" me afirma.

Durante todo el café no logré sacar los ojos de encima de ese regalo. pero en realidad no sólo miraba el libro.Lo miraba a él también. Lo miraba e imaginaba muchos cafés màs. Lo miraba y él no sabía que lo miraba. Lo miraba y no sabía que quiero volver a parar mientras todos siguen corriendo en la ciudad, pensando que trámites hacer, en los llamados por atender y en elegir que cenar en la noche...