Casi siete meses han transcurrido de la asunción de Mauricio Macri a la presidencia, y en este tiempo todavía no ha sabido conformarse un liderazgo claro en el Partido Justicialista. Cristina Fernández, Daniel Scioli ni Florencio Randazzo asumen ese rol. Mientras otros “compañeros” juegan a ser oficialista, el 49% que voto la opción peronista en el balotaje no encuentra escudo protector frente a las políticas neoliberales del gobierno nacional.
Tras la derrota del Kirchnerismo en las elecciones nacionales y en la Provincia de Buenos Aires, el Partido Justicialista atraviesa una crisis de representatividad. Se postulan distintos liderazgos pero ninguno asume tal rol. Por su lado Cristina Fernández se aboca a “dirigir” desde el sur del país mediante cartas por redes sociales. Mucho deja que desear su liderazgo: la militancia sin su jefa política se encuentra desorientada, rezando por su regreso y corriendo hacia la nada misma. El lugar de “perseguida política” es el único argumento que encontró la ex presidenta para defenderse de las causas judiciales que atañe su nombre y las de sus ex ministros.
El derrotado Daniel Scioli, cada vez más despintado, atraviesa su realidad política desapercibido. Pese a ser el candidato que logro el 49% en el balotaje, no aparece como el hombre que defienda con certezas y firmeza a los ciudadanos de la devaluación, el ajuste y tarifazos, tal como lo dijese luego de la derrota. Así y todo con su gran capacidad de oportunismo que lo caracteriza, consiguió acomodarse en la estructura del PJ como Vicepresidente, detrás de José Luis Gioja. Otra de sus tareas por estos tiempos ha sido las de realizar operaciones mediáticas en portales informativos afines, en la que lo colocan en la cima de las encuestas de cara a las elecciones legislativas 2017, pero claro, siempre lejos de la gente, como en su deplorable gestión en la Provincia de Buenos Aires.
Florencio Randazzo, otro de los nombres que aparecen para encabezar una lista en las próximas elecciones, es pretendido por un grupo de intendentes bonaerense, quienes se reúnen frecuentemente. Pero su única aparición pública sucedió en la inauguración del ramal electrificado Constitución-Quilmes en febrero pasado, donde marco estar en las “antípodas de este gobierno”. Desde allí un silencio absoluto frente a la sociedad y los medios.
En este clima, el principal beneficiado es el gobierno de la Alianza Cambiemos, quienes avanzan en la aplicación de políticas neoliberales mediantes las grietas que encuentran en el peronismo, que le conciben concretar su proyecto político. Encuentra aliados políticos, como el gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien se muestra más oficialista que el propio oficialismo, insólito. O con la sociedad con el rupturista del Frente Para la Victoria, Diego Bossio, quien ha levantado la mano en Diputados, junto a su Bloque Justicialista, proyectos de ley claves para la presidencia de Mauricio Macri como el pago a los Fondos Buitres.
Así, con la victimización constante de algunos dirigentes, la mediocridad y silencio de otros, sumados a los pejotista “oficialistas”. El pueblo argentino se queda sin representatividad en la clase dirigente popular. El partido político que tiene la premisa de Justicia Social no está a la altura de las nuevas circunstancias políticas que atraviesa el país.