Santiago Lange, campeón olímpico y de la vida. Con su sexto puesto en la Medal Race de la clase Nacra 17 mixto, junto a Cecilia Carranza, el regatista argentino alcanzó la gloria por segunda vez en su vida. ¿La primera? Venciendo al cáncer el año pasado. Esa enfermedad que tantas veces puteamos y por la que lloramos, él pudo verle la cara y decirle: “Conmigo no vas a poder”.
Su participación en Río de Janeiro era una incógnita, todos dudaban de su presencia, pero la mentalidad de un gigante es más fuerte que cualquier cosa y alejó todos los temores. Con mucho esfuerzo, que vale el doble a sus 54 años, Lange no solo llegó, sino que también se dio el lujo de compartir unos Juegos Olímpicos con sus hijos Klaus y Yago, que compiten juntos en la clase 49er.
En menos de un año, la vida pasó de ser una mierda a ser una maravilla, algo grandioso. Poco me importa no saber de yachting, porque hay momentos que creo exceden el deporte y quedan en la historia. Esta es uno de ellos. No hay que ser un experto para saber que Santiago era un campeón sin medalla, un verdadero luchador que le inculcó su amor por el deporte a sus hijos y que pasó momentos muy duros, pero se repuso. Por esto y mucho más, Lange es de oro.