01 Diciembre de 2015 09:51
Frente a la incertidumbre y a los rumores de devaluación, empresarios y grandes comerciantes han comenzado una carrera especulativa en la cual el único perdedor será el consumidor.
No es novedoso. Casi como de manual, sabemos que situaciones económicas inestables conllevan al incremento de precios... “por si las moscas”. El razonamiento es básico: que el costo lo pague otro.
Con el objeto de resguardarse frente a posibles perdidas económicas hay quienes elevan el valor de venta de los productos sin razones reales en el presente. ¿Pero bajo que parámetros? ¿Con qué índice? La respuesta es sencilla. No se sabe cual será la nueva pauta inflacionaria, en consecuencia, cada sector, cada empresario, hace sus propios números de acuerdo a sus expectativas o temores.
Otra modalidad común en estos días -pero tampoco desconocida- es la retención de los stocks, ya que prefieren mantener la mercadería en sus depósitos y venderlas dentro de un mes con aumento incluido que liquidarlas hoy sin saber si con el dinero recaudado podrán reponerlas.
Pero tampoco es cuestión de generalizar injustamente. No cualquiera cuenta con una espalda financiera tal como para darse el lujo de especular y permitirse frenar la comercialización. Los pequeños comerciantes, esos que sostienen a su familia con la facturación diaria no están en condiciones guardar hoy para ganar un plus extra mañana. Como dice el refrán... el hilo se corta por lo más delgado.
Pero... ¿a qué se debe esta escalada de precios? ¿A falta de confianza al nuevo gobierno? No lo creo. Amplios círculos empresariales promovieron la candidatura de Mauricio Macri por su abierto apoyo al sector privado y su adhesión al libre mercado, viendo en él la esperanza personalizada. Entonces, si el presidente electo viene a dinamizar la economía trabada durante la década kirchnerista por los controles, retenciones y impuestos... en que se basa ésta reacción? A un sinceramiento respecto de supuestas perspectivas que representaba el cambio? ¿O acaso tienen a su alcance información que el resto de los mortales ignoramos?
En cualquier escenario resta decidir cual será nuestro rol como consumidores. Debemos definir si mantendremos una actitud pasiva frente al precio que un productor quiera imponernos. O bien optar por “parar” nosotros también. “Parar” y analizar hasta que punto estamos dispuestos a pagar, teniendo en cuenta que si sube el precio, es por que hay detrás un consumidor que lo paga.
Boicot al tomate: un caso testigo
Las excusas son variadas a la hora de tratar de fundamentar el alza de precios. El dólar, el clima, la inflación, las paritarias, etc. Pero la actual coyuntura política me ha llevado a descreer de todas ellas. Me inclino más por creer que los aumentos de las últimas semanas están relacionados directamente con la viveza criolla.
Sin embargo la buena noticia es que podemos ponerle límites a quienes pretenden especular a costa de nuestro bolsillo, y a las pruebas me remito: en el año 2007, el tomate aumentó 400% en el lapso de dos meses. Las asociaciones de consumidores convocaron a un boicot y a partir de entonces se redujeron las ventas un 40% lo que condujo a que, al cabo de una semana, disminuyera el precio en un 30%.
Moraleja: No manejamos la oferta, pero sí la demanda. ¿Qué vamos a hacer con ese poder?
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