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Argentina-Chile: duelo de hinchas entre Malvinas y terremotos

La final del sábado anticipa un choque de cánticos y bromas pesadas. Los silbidos al himno y el “decíme qué se siente”. BigBang entrevistó a hinchas chilenos que cuentan cómo se vive el partido de ese lado de la Cordillera.

02 Julio de 2015 16:08

Es la final del morbo, la que querían todos. Este sábado, en el estadio Nacional de Santiago, van a jugar los dos mejores equipos de la Copa América. Los que tuvieron las propuestas más generosas y se llevaron el premio.

La Selección busca reafirmar su pertenencia a la elite: romper el hechizo de los 22 años, ganar la Copa por decimoquinta vez e igualar a Uruguay en la tabla histórica. El orgullo sigue herido, con Brasil 2014 demasiado cerca y México 86 demasiado lejos.

Chile busca subir de nivel: romper la virginidad continental. El país tomó la competencia como asunto de Estado, una presión injusta para un equipo de fútbol. Hasta Michelle Bachelet abandonó su sobriedad habitual en pos de la causa.

el anticipo

El martes, la goleada de Argentina a Paraguay sirvió como muestra de la escalada y como anticipo de lo que viene.

Los chilenos que habían llegado a Concepción abuchearon a los jugadores en el anuncio de la formación y silbaron el himno. Una escena compleja para el hincha argentino, cuya memoria futbolera dispara directamente a aquella reacción de Maradona en Italia 90.

Mientras la goleada crecía, la hinchada albiceleste se mostraba desafiante (o soberbia, según el caso): “Y Chile tiene miedo, y Chile tiene miedo...”

Los locales tomaron el guante y pasaron del “borombombom, borombombom, el que no salta es argentino y maricón” a “argentinos maricones les quitaron las Malvinas por huevones”.

Con el partido -pero no la medida de la goleada- definidos, el público chileno empezó a gritar con una vehemencia inversamente proporcional a lo que pasaba en la cancha. En los pocos momentos en que los guaraníes hilvanaban una jugada de conjunto, bajaban unos “oles” desafiantes desde los cuatro costados.

en la calle

“Los chilenos apreciamos mucho a los extranjeros”, jura un hincha local entrevistado por BigBang. “Aquí no ha llegado mucho el 'decíme qué se siente'. La rivalidad entre Argentina y Brasil es menor a la que tiene con Chile”.

Con niveles de elaboración desparejos, las canciones también dejan ver distintas mentalidades. “Duele harto que (los argentinos) tomen a la chacota” los incendios, terremotos y tsunamis que sufrieron los chilenos últimamente, razona otro de los entrevistados.

lo que viene

Este sábado, como mucho, habrá 6 mil argentinos alentando a la Selección. La iniciativa de la “tarjeta verde” con que Unicef busca promover un marco de respeto y bienvenida al rival, suena un poco naif en este contexto.

Así las cosas, se hizo necesaria la palabra de Javier Mascherano. El cinco, a esta altura una suerte de faro moral que excede lo futbolero, recordó que "vamos a jugar una final, no una guerra” y lanzó la consabida expresión de deseos: “Somos países hermanos".

Las hinchadas, está claro, nunca serán amigas. Son demasiado asimétricas. Lo que nosotros consideramos “folclórico”, para ellos puede ser hiriente. O viceversa.

Y aunque sea para odiarnos, de aquel lado de la Cordillera siempre estuvieron atentos a las alternativas de nuestro fútbol. De este, nos acostumbramos a algo peor: apenas ignorarlos.