Es para vos, Diego. La Selección argentina se impuso por un golazo de Ángel Di María ante Brasil y se consagró campeón de la Copa América nada más y nada menos que en el Maracaná. Se trata del primer título en 28 años, en un partido en el que llovieron las amarillas y se destacó el trabajo grupal del conjunto capitaneado por Lionel Messi y dirigido por Lionel Scaloni.
El sábado 10 de julio de 2021 quedará en la historia para la Selección Argentina de fútbol. Después de tantos años, después de tantas finales y después de tanto dolor, el equipo nacional por fin logró el tan ansiado título. Y encima en el mítico Maracaná frente al eterno rival. La alegría es de todos. El gol fue de Fideo. La figura fue Rodrigo De Paul. Y el capitán, el líder, el experimentado, la estrella, el mejor de la historia, Messi, al fin es campeón con la celeste y blanca.
Luego de seis derrotas consecutivas en finales (cuatro de Copa América, una en el Mundial Brasil 2014 en el mismo escenario de esta noche y otra de Copa Confederaciones), Argentina es campeón de América. Y lo logró a poco de la muerte de Diego Armando Maradona. Algunos pensarán que él ayudó desde alguna parte. Otros que será el más bello homenaje a uno de los hombres que más feliz hizo al pueblo.
El partido fue durísimo. Hubo roce, desgaste, faltas y algunas jugadas de gol. También sufrimiento. El equipo nacional debió hacerle frente al batallón de estrellas que tiene Brasil, encabezado por Neymar, y que completan Richarlison, Gabigol, Firmino y tantos otros. Pero no les alcanzó. El seleccionado argentino hizo un partidazo.
Argentina era eficiencia en los cuidados más que cualquier otra virtud cuando sacó ventaja: a los 21 minutos De Paul sacó un gran pelotazo desde campo propio para Di María, que aprovechó el error de Renan Lodi (le "pifió" al despeje), entró al área y definió de emboquillada ante al salida de Ederson. El gol de Fideo recordó al que le hizo a Nigeria, en los Juegos Olímpicos de 2008, también en la final, y que significó la medalla dorada.
El partido fue duro hasta el final. El mal estado del campo de juego y la presión ejercida por ambos en la mitad de cancha hizo todo muy duro. Pero ninguno de los dos fue lo suficiente profundo. Además Emiliano Dibu Martínez respondió cuando fue necesario. Las dos con Richarlison nos congeló en el tiempo: la primera terminó en gol anulado por offside y la otra la sacó Dibu.
Después llegaron los correctos cambios de Scaloni para plantar al equipo de manera un poco más defensiva: Tagliafico por Lo Celso, y Guido Rodríguez por Paredes. El partido entró luego en el clima que buscó Argentina. Brasil, después de aquellas aproximaciones, no pudo imponer su fútbol y el equipo de Scaloni, sobresaliente el esfuerzo de cada uno de los jugadores para morder, para cortar, para correr, intentó eventualmente con algún contragolpe y trabajó sobre el reloj.
Argentina aguantó con todo lo que tenía. Cuando el juego no aparecía, los futbolistas mostraban la garra. Hubo una que hubiera sido soñada: la jugada de Messi, De Paul y Messi otra vez, frente al arquero, que se le escapó. Pero hubo un rato más de sufrimiento. La última jugada también será un sello de este equipo. El capitán dio un mal pase y, a pesar de ser el mejor del mundo, se tiró a los pies del rival, para recuperarla. El árbitro pitó el final. Y Messi, al fin, fue campeón.
En el césped del Maracaná, se arrodilló y lloró. No fue el mismo llanto de aquella final perdida contra Alemania en 2014 en el mismo estadio. Era un llanto de felicidad, de consagración, de alivio y de amor. Ese amor que, desde hace años, Messi le da a la Selección Argentina. Hoy él debe ser el hombre más feliz de la tierra. Gracias, Lionel. Ahora tenés tu propio Maracanazo.
NOTA EN DESARROLLO, PUES ESTAMOS CELEBRANDO