05 Septiembre de 2021 20:32
Iban seis minutos de partido. Argentina enfrentaba a Brasil por las Eliminatorias para el Mundial Qatar 2022. A menos de dos meses del Maracanazo del equipo de Lionel Messi por la Copa América, la bronca brasilera seguía latente. Pero poco pudieron hacer para redimirse. Iban seis minutos de partido, cuando un hombre ingresó al campo de juego. Un rato después el encuentro iba a ser suspendido.
Primero fueron Marcos Acuña y Nicolás Otamendi quienes lo enfrentaron. Hubo manotazos y empujones. Hasta que el técnico argentino Lionel Scaloni se metió para separar. El hombre en cuestión era un representante de las autoridades sanitarias de Brasil. Llevaba una planilla, y algunos dicen que hasta un arma en su cintura, y quería evitar que Emiliano Martínez, Cuti Romero, Gionvani Lo Celso y Emiliano Buendía (que había quedado fuera del banco de suplentes) participaran del encuentro porque eran futbolistas que juegan en la liga inglesa y estaban acusados de no cumplir la cuarentena por llegar desde el Reino Unido.
La situación fue bochornosa. El árbitro suspendió el partido. Los jugadores argentinos se fueron al vestuario. Los de Brasil se quedaron en la cancha. Un rato después, Messi y Scaloni encararon al oficial de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA), un organismo regulador autónomo del gobierno de Brasil, dirigido por militares por designación del presidente Jair Bolsonaro. "Escuchame, hace tres días que estamos acá. ¿Estaban esperando que empiece el partido para venir?", le dijo el capitán argentino, ante la mirada de Neymar, Casemiro y Scaloni. No hubo respuesta.
Lo cierto es que más allá de lo que dijeran desde ANVISA, los cuatro jugadores de Argentina que llegaron desde Reino Unido tenían autorización de la FIFA y de la Conmebol para disputar el encuentro. Además habían respetado las medidas sanitarias ya que el seleccionado argentino llegó en una burbuja y fueron testeados en la previa del partido. Pero según el organismo de Brasil los jugadores deberían salir del país de inmediato por “violar las normas migratorias relacionadas con la pandemia de coronavirus”, ya que, supuestamente, habían mentido en la declaración jurada que firmaron cuando ingresaron desde Caracas, Venezuela, y no contaron que habían estado hacía menos de dos semanas en Inglaterra.
La grave denuncia de Scaloni tras la suspensión del partido y el momento en el que Messi estalló
La orden del oficial de Anvisa era llevarse a los cuatro jugadores a un aislamiento y luego deportarlos. Una verdadera locura. Nada de eso ocurrió. El seleccionado se encerró en el vestuario durante tres horas mientras los jugadores de Brasil improvisaron un picado en el estadio Neo Química Arena, de Sao Paulo. “Me pone muy triste todo esto. No busco culpables, pero es muy triste lo que sucedió. Si pasó o no pasó algo, no era el momento para hacerlo. Esto tendría que haber sido una fiesta para todos disfrutando de los mejores jugadores del mundo. No sé qué palabras utilizar. Como entrenador tengo que defender a mis jugadores y entró gente que se los quería llevar. En ningún momento se nos avisó que no podían jugar el partido. El delegado de Conmebol nos pidió que nos fuéramos al vestuario. Fuimos perjudicados por todo esto”, dijo Scaloni a TyC Sports.
En tanto, el presidente de la AFA, Claudio Tapia afirmó: “No se puede hablar de ninguna mentira ni nada. Hay una legislación sanitaria por Fifa que las autoridades sanitarias de todos los países aceptan y están vigentes. Nos preocupan los jugadores y que puedan volver a los clubes de la mejor manera posible. Lo que se vivió es algo lamentable para el fútbol. Cuatro personas sin barbijo ingresaron al campo de juego para comunicar no sé qué cosa. Reglamentariamente, cuando un externo entra a la cancha, se debe suspender. Nos volvemos a Argentina y adelantaremos el chárter”. El embajador Daniel Scioli estuvo en el estadio y luego en el aeropuerto para garantizar que todos los jugadores puedan embarcar el vuelo de regreso a Argentina.
En tanto, la Conmebol se limpió las manos. Mediante un comunicado del organismo que preside Alejandro Domínguez esgrimieron: “Por decisión del árbitro del partido, el encuentro organizado por FIFA entre Brasil y Argentina por las Eliminatorias para la Copa del Mundo queda suspendido. El árbitro y el comisario del partido elevarán un informe a la Comisión Disciplinaria de la FIFA, la cual determinará los pasos a seguir. Estos procedimientos se ciñen estrictamente a las reglamentaciones vigentes. Las Eliminatorias para la Copa del Mundo es una competición de la FIFA. Todas las decisiones que atañen a su organización y desarrollo son potestad exclusiva de esa institución”.
La suspensión era una opción que desde las altas esferas brasileras analizaban luego de que el equipo perdiera a 11 jugadores de élite que participan en diversos equipos de Europa, que se negaron a que jueguen para su selección. A diferencia de los argentinos, quienes dejaron en claro que participarían de las Eliminatorias sin importarles lo que digan las diversas ligas, los de Brasil optaron por quedarse en el viejo continente. Entre ellos, Alisson, Fabinho, Roberto Firmino (Liverpool), Ederson, Gabriel Jesús (Manchester City), Thiago Silva (Chelsea), Fred (Manchester United), Richarlison (Everton), Raphinha (Leeds), Malcom y Claudinho (Zenit).
Con ese panorama, Brasil parecía que iba a enfrentar una nueva derrota frente a Argentina. Otra vez de local. Y a poco de perder una final en el Maracaná. Hubo quejas. Pero nada más. Aunque, por lo bajo, comenzaron a armar el pedido de suspensión. La estrategia quedó al descubierto minutos después de la suspensión del encuentro, cuando Flavio Bolsonaro, hijo de Jair y actual senador, escribió en Twitter: “Los argentinos jugaron malas pasadas. Sabían que estaban infringiendo la ley brasileña, impidieron que Anvisa se fijara en ellos y, por la fuerza, escalaron los cuatro que vinieron de Inglaterra. La Policía Federal tiene que investigar quién no actuó antes del partido y la Argentina debería ser severamente castigada”.
En el medio hay una pelea política. Es que Joao Doria, el gobernador del Estado de Sao Paulo, es un enemigo público de Bolsonaro. De hecho, en la última Copa América, Sao Paulo se negó a ser sede del torneo para demostrar que estaba en contra de la decisión del presidente de realizar un campeonato en medio de la pandemia de coronavirus. Además, durante 2020, Doria optó por las cuarentenas obligatorias en su estado, algo que Bolsonaro siempre criticó. Para las próximas elecciones presidenciales en Brasil, Doria pretende presentarse como candidato.
Ahora el caso será elevado al Tribunal de la FIFA que decidirá qué sucederá con el partido. Una opción es que se reprograme el partido. Aunque el calendario es apretado y sería algo muy complicado. Más que nada porque esta fecha había sido suspendida en 2020 por la pandemia de coronavirus. La otra opción es la entrega de los tres puntos. ¿Pero a quién se los darían? Eso dependerá del tribunal. Lo más lógico sería que le dieran el partido como perdido a Brasil ya que fue la organización que permitió que miembros ajenos a las federaciones de fútbol ingresaran al campo de juego y Argentina reciba los tres puntos. Además de eso, habrá que ver qué sanción le cabe a la Confederación Brasilera de Fútbol. Lo cierto es que el 5 de septiembre de 2021 quedará en la historia del fútbol como el día en que Brasil pasó vergüenza en una cancha. Aunque no se comió ningún gol en contra.