El Mané Garrincha fue inaugurado en 1974 y remodelado para el Mundial de Brasil 2014. Un año antes recibió un partido de la Copa de las Confederaciones y en 2016 recibió algunos partidos de los Juegos Olímpicos. Tiene capacidad para alrededor de 70.000 personas sentadas, a pesar de que se juega sin público debido a la crisis sanitaria que atraviesa Brasil producto del impacto del coronavirus.
Pero tal y como ocurrió en el debut de Argentina ante Chile en el Nilton Santos de Río de Janeiro, el césped del Mané Garrincha se encuentra en pésimas condiciones. "A los 10 minutos ya no se podía jugar", se había quejado el otro día Lionel Scaloni, algo que seguramente ocurrirá nuevamente cuando su equipo enfrente hoy a Uruguay y a Paraguay el próximo lunes.
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Una de las áreas que está en muy mal estado y sobre la cual están trabajando con luz artificial para poder recuperar. A lo largo de toda la cancha se observan numerosos pozos que difícilmente puedan ser arreglados de manera definitiva para el encuentro entre Argentina-Uruguay. En uno de los córner, además, se observa un horrible parche que demuestra la improvisación en estos casos.
Usualmente el estadio Mané Garrincha no es utilizado ya que ni en Brasilia ni en el Distrito Federal hay equipos que necesiten una infraestructura tan grande, ya que disputan la cuarta categoría de Brasil o el torneo regional. "Lo mismo pasa en otros estadios de la Copa. Para jugar buen fútbol es fundamental un buen campo", había dicho Scaloni días atrás y con mucha razón.
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Posible formación de la Argentina: Emiliano Martínez; Gonzalo Montiel, Cristian Romero, Nicolás Otamendi, Nicolás Tagliafico; Rodrigo De Paul, Leandro Paredes, Giovani Lo Celso; Lionel Messi, Lautaro Martínez y Nicolás González o Ángel Di María.