05 Enero de 2016 14:35
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La ciudad deportiva de Olympique de Lyon queda afuera de ese paisaje increíble del Ródano, la parte moderna y el antiguo casco histórico que florece sobre una pendiente que tiene la tercera ciudad más poblada de Francia. Pasó hace tiempo: a mediados de 2013, con dos excursiones posteriores en Al-Gharafa de Qatar y en Inter de Porto Alegre. Pero una mañana fueron muchos los que lagrimearon. Goal repasa la carrera y el regreso de un hijo pródigo académico: Lisandro “Licha” López.
Él corría en una cancha y sus compañeros hacían un loco en la de al lado, con Yoann Gourcuff y con Jérémy Toulalan incluidos, pero los ojos estaban clavados en él. Pelado y con una barba tumultosa, llevaba el 9 en una remera de entrenamiento. Había tristeza y todos sabían por qué. El presidente del club quería convencerlo. El entrenador también. Lisandro López, sin embargo, como esos tipos que asumen valientemente un amor, agarró un micrófono y lo dijo: "Nunca amé tanto un club".
No fue Lyon el equipo donde más títulos ganó, pero sí donde estuvo más cerca de volverse Dios. Antes, había ganado siete títulos en Porto, donde llegó desde Racing por 2,5 millones de euros, en una apuesta lusa por él y por Lucho González. Ya en 2004 había sido goleador en el fútbol argentino -en 2005, jugando con Diego Simeone, fue una gran figura- y en 2008 repitió la historia en Portugal.
Real Madrid quiso a Karim Benzema y decidió invertir una fortuna en el centrodelantero: 35 millones de euros. Según el libro Soccernomics, de Simon Kuper, Olympique es un club modelo a la hora de realizar inversiones y, entre otros puntos, tiene como política no comprar centrodelanteros sino delanteros que puedan adaptarse a jugar por adentro o por afuera. La razón es que los 9 tienen un marketing personal fundamentado en la notoriedad que les da hacer goles y, por eso, salen más caros de los que debieran. De esos 35, 24 se usaron en comprar la ficha de Lisandro.
Licha no agarró la mejor etapa de Lyon en cuanto a títulos, pero sí cosechó enormes amores en los hinchas, que lloraban en esa mañana francesa. Su mejor nivel fue en Champions League, donde hizo siete goles en una edición. Mucho estaba en su carisma. El mismo que lo dejó marcado en los hinchas de Racing cuando, tras hacerle el tercer gol a Independiente de un 3-1, en 2005, en el Cilindro, lo vieron festejar parado sobre una valla, ovacionado por una cancha que lo veía como a un rey.
Personalidad que se refleja, en su primer entrenamiento de nuevo en Avellaneda, cuando decide ir a firmar autógrafos sin avisarle previamente a nadie y generando un gran desorden en la seguridad del club. O cuando sonríe al ver que el presidente, Víctor Blanco, le ofrece hacerse socio del club y él dice que sí sin titubear.
El tiempo lo hizo deambular por Qatar y por el fútbol brasileño. En Al-Gharafa nunca logro adaptarse y terminó arreglando de común acuerdo para rescindir su ficha. Ahí lo llamó Blanco para que regresara a Racing, pero se tentó con compartir tiempo con Andrés D'Alessandro, vivir en Porto Alegre y jugar la Copa Libertadores. "Pese a que estaba en ritmo, fue mi peor etapa", admite, ahora, a los 32, sabiendo que aprendió más a pensar y, como él dice, ya no tiene la velocidad que tenía a los 20. Pero ahora sí, con Milito, con quien compartió cancha el día que debutó en Primera -contra Atlético Rafaela, en un 4 a 1- y el día que debutó como goleador -contra Lanús, un 2 a 2, en el que el otro gol lo hizo el Príncipe-
Racing se ilusiona: Milito y Licha López vuelven a jugar juntos.
No podrá compartir tiempo Lisandro con Facundo Castillón -para Sava es prescindible-, que cuando llegó a Racing, hace un año y medio, contó que de chico miraba al Licha. Compartirá la delantera con otras dos idolatrías muy diferentes: Diego Milito y Gustavo Bou. Su entrenador será otro goleador que se hizo querer por la gente. Pero, quienes lo conocen a López, no dudan en decirlo: él, que fue capaz de decirle al mismísimo Diego Maradona que no lo convocara más a la Selección Argentina si no lo iba a poner, una versión B de lo que hizo Juan Román Riquelme, es un rebelde y llegará para seguir trazando ese camino.
En la selección le pidió a Maradona que no lo convoque más si no pensaba ponerlo.
Aquella vez, en Lyon, cuando le preguntaron por qué se iba, aclaró: "No paso mi mejor momento y el club merece más". Raro, como pocos, ídolo en un lugar virgen de conquistas para argentinos, Lisandro regresa a los 32 años a la casa que lo vio nacer. En Francia o en Argentina, evidentemente, su carisma puede conquistarlo todo.