09 Septiembre de 2015 08:44
La era de Felipe Contepomi se terminó. Faltan sólo 13 días para el debut de los Pumas en el Mundial de Inglaterra y la ansiedad se empieza sentir en el mundo del rugby. Con un plantel completamente renovado, Daniel Hourcade tomó la posta de la dirección técnica y definirá por estas horas a los 15 titulares. Pero, ¿a cuáles tiene que prestarle atención la platea femenina?
El plantel permanece en Portugal hasta el debut. Ayer realizó el último entrenamiento de fuerza.
Juani Hernández, el clásico madurito
Es el fullback indiscutido del plantel desde hace doce años y, claro, uno de los preferidos por las mujeres. Carilindo y dueño de un cuerpo escultural, Juani regresó hace pocos meses a la Argentina tras un exitoso paso por el Stade France.
Juani es el carilindo del seleccionado. Tiene 33 años y es el rompe corazones de la platea.
Aunque se lo vinculó con muchas famosas, el rugbier de 33 años mantiene bajo siete llaves su vida sentimental. Eso sí: se lo conoce por ser el centro de atención de cualquier tercer tiempo y suele ayudar a sus compañeros en las conquistas. Ganador y generoso.
El deportista sabe que tiene buen cuerpo y lo mostró en un calendario francés.
Julián Montoya, el forward que siempre va para adelante
Con 21 añitos recién cumplidos, la promesa del Newman tendrá su debut mundialista. Su impecable rendimiento con los Pumitas durante la temporada 2013 le garantizó un cómodo lugar en el plantel de Hourcade.
Tiene 21 años y mide casi un metro noventa. Es uno de los más corpulentos del equipo.
Mide 1.84 y pesa 102 kilos. Es uno de los hombres fuertes del equipo, dueño de un cuerpo que promete frenar todas las avanzadas de los temerosos All Blacks, primer seleccionado con el que se enfrentarán los Pumas.
Los jugadores combinan entrenamientos duros con jornadas recreativas en la pileta.
Nicolás Sánchez, el tucumano que patea a los palos
Tiene 26 años y, aunque es uno de los más ligeros (pesa sólo 83 kilos), ostenta los mejores abdominales del equipo. El tucumano es indiscutido apertura, aunque también juega de centro. Es clave en el entramado táctico y nadie cuestiona su convocatoria.
Tiene 26 años y los mejores abdominales del equipo. Las mujeres hacen fila por sus autógrafos.
Aunque al momento no juega en ningún equipo local, el tucumano apunta a un impecable desempeño mundialista para continuar con su carrera deportiva en el país. Dedos cruzados.
Fuerza y táctica. Los Pumas van por una revancha mundialista y entrenan para quedarse con la copa.
Horacio Agulla, pasión y fuerza
A sus 30 años, el sobrino del publicitario Ramiro Agulla jugará su tercer Mundial. El rendimiento en el de Nueva Zelanda le otorgó la indiscutida titularidad tanto como wing como fullback.
Agulla sorprendió con su último tatuaje. Lo muestra cada vez que puede.
El ex Hindú es uno de los más bajitos (aunque alcanza el metro ochenta), pero su fuerza en la cancha despertó más de un suspiro en la platea femenina.
Los asados se convirtieron en un clásico de la concentración en Portugal.
Santiago Cordero, el heredero de Felipe
Con sólo doce partidos en el plantel, Cordero fue una de las sorpresas del director técnico. El ex Regatas se quedó con el puesto de fullback y promete ser una de las principales atracciones para la platea femenina.
El ex Regatas es uno de los más chicos, pero la promesa del equipo. Las chicas lo aplauden.
Tiene veinte años, mide 1.77 y sus ojos claros llegan para reemplazar a los de Felipe Contepomi, uno de los sex symbols retirados del plantel.
La rutina del seleccionado suma pesas y gimnasio. La idea es mejorar la masa muscular del plantel.
Matías Moroni, wing piropeado
El centro de CUBA llegó para quedarse. Con 24 años y un metro ochenta y cinco de altura, el también wing del plantel es uno de los más piropeados por las guinderas.
Moroni jugó sólo cuatro partidos con la selección y se convirtió en uno de los más aplaudidos. Promete.
Es uno de los más chicos y jugó sólo cuatro partidos con el seleccionado. Aunque, claro, hizo su paso por las inferiores y marcó su impronta.
Sol, pileta y disfrute en la previa al mundial. El equipo aprovecha los últimos días libres.
Martín Landajo, el dueño del scrum
Morocho, alto, impecable. El deportista de 27 años llega a este mundial en uno de sus mejores momentos profesionales.
Sexy. Tiene 27 años y es dueño de uno de los mejores cuerpos de los Pumas. Las chicas, agradecidas.
Back indiscutido del plantel, el chico del CASI lidera el conteo de los “seleccionados por las mujeres”.
Prácticas con la guinda. Buscan perfeccionar la efectividad de los pases y el ataque de contra.
Joaquín Tuculet, el coqueto del plantel
Ojitos claros, peinado impecable y uno de los mejores cuerpos. El platense de 26 años llegó para quedarse y es uno de los preferidos del entrenador.
Lo describen como el “fachero” y “atorrante” del equipo. Es, además, coqueto.
Juega de centro y de fullback y, por el momento, no forma parte de ningún plantel de la URBA. Aunque se especula con que podría regresar a las canchas locales tras el torneo internacional.
Para pasar las horas, los pumas se divierten jugando al truco al lado de la pileta del complejo.
Mariano Galarza, el hombre fuerte del equipo
El forward de 28 años es, por lejos, el tótem del equipo. Supera los dos metros de altura y pesa 118 kilos. Lleva cinco años en el plantel (debutó contra Escocia) y pisa fuerte.
Sus rivales le temen y las chicas mueren por él. Juega en Inglaterra y lleva 24 encuentros con la selección.
En la actualidad integra el conjunto inglés Gloucester y, pro el momento, no tiene planes de regresar al país. Lleva 24 encuentros con la selección.
La foto oficial del plantel tuvo lugar en las instalaciones del histórico Belgrano Athetic Club.
Juan Manuel Leguizamón, el madurito preferido
Tiene sólo 32 años, pero lleva 62 partidos con la selección. Experimentado como pocos, es el único que sobrevivió al último recambio generacional.
El más querido. Jugó 62 partidos con la selección y será su último mundial.
De casi dos metros,
el oriundo de Santiago del Estero se impone como tercera línea y jugará su último Mundial. Habrá que despedirlo como se merece.