Este domingo, a partir de las 9 de la mañana (horario Buenos Aires), la Selección Argentina de Básquet jugará su tercera final de un mundial ante España gracias a lo hecho este viernes por los dirigidos por Sergio Hernández, quienes vencieron a la candidata Francia por 80 a 66.
Hasta el partido de hoy contra la albieleste, el conjunto europeo promediaba casi 90 puntos por juego en el torneo que se está desarrollando en China. La buena labor de los argentinos, sobre todo en defensa, lo redujo al extremo: Francia solo anotó 66 puntos.
Pero si bien hubo y hay exponentes de gran nivel en el equipo que comanda Hernández, tal es el caso de Facundo Campazzo, la gran figura fue y es sin lugar a dudas Luis Scola. El “viejito” de 39 años demostró toda su clase con números que realmente impresionan: 28 puntos y 13 rebotes ante Francia.
Además, Scola -que actualmente se encuentra en el Shanghai Sharks chino y que le prometió a sus compañeros disputar con ellos los próximos Juegos Olímpicos que se harán en Tokio en 2020- se convirtió en el tercer jugador en la historia en jugar tres semifinales de Mundiales de Básquet. Los otros: Valeri Tikhonenko y Divac. Luifa, además, tiene una final olímpica y dos finales del mundo.
Pero no es el único récord que batió el basquetbolista argentino: este es su quinto campeonato del mundo (Indianápolis 2002, Japón 2006, Turquía 2010, España 2014 y este), algo que solo comparte con otros cuatro extranjeros.
Al mismo tiempo, el capitán argentino protagonizó frente a Francia su 40º partido mundialista y superó al portorriqueño Jerome Mincy. Hasta el encuentro de hoy, promediaba 17,8 puntos (su media histórica en el seleccionado era de 16,4), 7,3 rebotes y 1,7 asistencias.
"Sabíamos que quien gana el tempo, gana el partido. Francia es un gran equipo, pero juega diferente a nosotros. No corren tanto. Sabíamos que iban a jugar igual. Ganamos el tempo. Les hicimos jugar nuestro partido”, dijo Hernández.
Y casi golpeándose el pecho, orgulloso de los suyos, sentenció: “Jugamos la mejor defensa que nunca he visto de ningún equipo. Somos un equipo con poca experiencia. Pero me gusta el grado de inconsciencia que hay en este grupo. Lo estimulo. Cuando más disfrutamos, mejor jugamos. Es lo que mejor nos sienta. Es fácil decirlo ahora que vamos 7 victorias seguidas”.
Y si, Argentina presentó un equipo joven guiado por la experiencia de Scola, un Scola que ahora gracias a su papel en este mundial está en la mira de un gigante europeo: el Real Madrid. La Casa Blanca estaría interesada en contratar por una temporada al ala-pivot. Un premio más que merecido para un deportista que está prolongando su retiro por amor a la camiseta.
"Argentina se lo merece. No pudimos ejecutar nuestras jugadas. Pusieron tanta presión sobre nuestros bases que incluso subir la pelota era difícil. Los finalistas son los mejores equipos del torneo, claramente", fueron la palabras de Vincent Collet, el entrenador de Francia.
Pero si el capitán está decidido, el equipo va a ir para adelante sin dudar. La Selección Argentina se fue poniendo objetivos a corto plazo: primero buscaban pasar el grupo, una vez logrado, la intención fue llegar a los cuartos y luego clasificar a los Juegos Olímpicos.
Luifa les había prometido a sus compañeros jugar en Tokio si esto último pasaba y ahora deberá cumplir su promesa. Ya en semis, la idea era jugar la final y ahora, ya en esta instancia, la intención de Scola es lograr la medalla del campeón. O por lo menos, así lo anunció en las redes sociales.
Lo que hizo Argentina hoy ante Francia, lo que logró días atrás ante Serbia, es un mensaje al mundo: “¡Acá estamos nosotros!”. La albiceleste llegó al mundial a los tumbos, ni siquiera era la favorita este viernes en ninguna casa de apuestas, pero logró una categórica victoria para consolidar lo que se viene haciendo hasta hoy. Y es que, si algo sabe Sergio Hernández, es jugar partidos mundialistas.
El técnico tiene un récord de 21 victorias y solo 4 derrotas en Mundiales. Lo hecho hoy debe estar a la par de lo que la famosa “Generación dorada” logró en Estados Unidos en 2002, cayendo apenas derrotada -pero con mucha entrega, corazón y juego- ante la por entonces Yugoslavia.
En aquella oportunidad, en medio de un partido muy parejo y bien jugado, sobre el final llegó la gran polémica: Primero una falta de Luis Scola que nadie vio, solo el árbitro, cuando el argentino había robado la pelota.
En ese momento, Divac falló ambos tiros libres con el partido 75-75. Hugo Sconochini recibió la pelota de Oberto y se fue para el aro esquivando rivales, pero al momento de tirar fue golpeado en el aire por un jugador Yugoslavo, falta que el juez ignoró.
La historia ya es conocida. El partido fue a prórroga y allí, los dirigidos por Rubén Magnano caerían 84 a 77. De aquel equipo, de aquella generación dorada que después lograría la medalla dorada en Atenas 2004, solo queda un eterno Scola, con un Manu Gonibili que sigue al equipo desde la tribuna y un pueblo argentino que los celebra porque las ganas, el hambre y el juego siguen intactos.