Fue el 10 de agosto de 2021 cuando Paris Saint Germainn daba la sorpresa del mercado de pases y anunciaba la llegada de Lionel Messi al club. Después de una extensa carrera dentro del Barcelona repleta de lujos y consagraciones, el héroe argentino sin capa quería seguir marcando la historia pero en otro país y sin miedo, fue por ello. Nadie dijo que sería fácil tener al mejor jugador de la historia en el club, pero sí es una oportunidad que probablemente ocurre una vez en la vida. Ahora, con su ciclo terminado, el balance es efectivo: el equipo de París no estuvo a la altura del 10.
A la semana de su llegada, Messi realizó su debut ingresando desde el banco de suplentes cuando ya el partido estaba casi liquidado, un marcador que reflejaba el 2-0 a su favor y un equipo que no parecía dar competencia, el entrenador optó por hacerlo debutar teniendo todo en marcha y tranquilidad. En las tribunas, ya se veían las camisetas con el número 30 en la espalda y el apellido del argentino.
Sin dudas que su llegada a París marcó un antes y un después no sólo en el país, sino en el resto del mundo. Automáticamente comenzaron a agotarse las camisetas que llevaban su nombre y el estadio se colmaba de simpatizantes sólo por el hecho de poder ver a Messi en vivo. Además, con la presencia de Kylian Mbappé y Neymar en el equipo, el equipo se floreaba y su fútbol era sumamente vistoso.
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Pero las malas noticias no tardaron en llegar. Porque si bien contaban con grandes jugadores y con el oriundo de Rosario, más allá de consagrarse del torneo de Francia, el objetivo era otro: la Champions League. Y, lamentablemente, en las dos ocasiones que le tocó competir a Messi defendiendo aquella camiseta, en ambas debió afrontar las eliminaciones en octavos de final.La emoción a flor de piel que sentían los simpatizantes del equipo que en su momento tenía a Mauricio Pochettino de entrenador, por ver a Messi lucir la camiseta, se fue apagando poco a poco y se comenzó a entablar una tensa relación en donde ya ni el jugador ni ellos mismos se sentían cómodos con lo propio.
La primera eliminación en Champions League, la competencia más importante de Europa, fue la que hizo que comenzara el principio del fin con Lionel. Tras quedar afuera en la primera ronda de eliminación contra el Real Madrid, las críticas principales cayeron en Messi, que no sólo erró un penal, sino que tampoco se destacó en ninguno de los dos partidos de la serie como para marcar la diferencia. Fue ahí mismo donde se marcó un antes y un después en la relación y los chiflidos no tardaron en llegar y el pedido de salida, tampoco.
De hecho, al partido siguiente en que el PSG jugaba en su estadio, al mostrarse la formación inicial y a los jugadores en las pantallas que se encuentran dentro de la cancha, los mayores repudios cayeron en Messi como primer lugar y un poco menos de dolor pero con bronca en sí, ante Neymar.
Aunque con el tiempo, los goles, las asistencias y jugadas que hacía el ex Barcelona parecía que la relación podía volver a mejorar, al año siguiente tras competir nuevamente en Champions League volvió a pasar lo mismo. Eliminados en octavos de final ante el Bayern Múnich y un 10 que no apareció.
Tras finalizar el partido, ya no sólo eran repudios y chiflidos hacia él sino que comenzaron a cargar de manera desmedida hacia su persona: pintadas en su contra, insultos y críticas sin cesar pase lo que pase, lo que hizo que se convierta en una relación de tire y afloje cuando encima faltaban tan solo tres meses para que su contrato con el club finalice.
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En medio de las pintadas y los insultos, el enojo por parte de los simpatizantes se redobló cuando Messi comenzó a dudar sobre su futuro. Si continuar ahí mismo o emprender su camino hacia otro club. Ya con los rumores de una posible llegada al Barcelona otra vez, las cosas cada vez se veían peor y la Pulga sólo demostraba su descontento y hartazgo con la situación.
Y cuando parecía que nada más podía pasar, llegó la gota que rebalsó el vaso: el escándalo mediático en el que se vio envuelto tras su breve viaje hacia Arabia Saudita. Tras tener dos días libres, es decir sin entrenamiento, Leo se marchó junto con su familia hacia aquel país para realizar unas publicidades con las cuales tiene contrato por ser embajador turístico. Pero esto no cayó nada bien en la comisión directiva por lo cual decidieron aplicarle una sanción en la cual debía estar 15 días sin entrenar, sin goce de sueldo y sin participar de las competencias, algo que hizo que finalmente el campeón del mundo les diga adiós.
No es fácil contar con el mejor jugador de la historia, por todo lo que conlleva, pero tampoco es tan difícil saber tratar a una estrella como lo es Messi. En los 663 días que estuvo vistiendo la camiseta del PSG, a Lionel se lo vio más veces sufrir que en plena felicidad como lo hizo en Barcelona o con la Selección Argentina.
Y ya con el vínculo totalmente terminado y apostando a culminar su carrera deportiva en su nuevo club, el Inter de Miami, el esposo de Antonella Roccuzzo habló por primera vez de lo que fue su paso en su ex club y del quiebre que vivió.
“Desde el principio fue algo muy lindo como muchas veces lo dije, y después yo no, pero una parte del público de París empezó a tratarme diferente, una parte en sí del público del París, creo que la gran mayoría me sigue viendo y tratando como en el inicio pero sí que hubo un quiebre con gran parte de la afición del París, lo cual obviamente no fue mi intención ni mucho menos y se dio así, como anteriormente había pasado con Mbappé y con Neymar también, es su manera de actuar...”, comentó.
Sin embargo, el ex Barcelona admitió que prefiere dejar de lado los malos recuerdos y quedarse con quienes lo respetaron siempre. “Me quedo con toda la gente que sí me respeto, como yo siempre respeté a todo el mundo desde que llegué. Nada más, es una anécdota”, aseguró.
Sobre su llegada al país y el por qué eligió aquel equipo para continuar con su exitosa carrera, analizó: “Vine a París porque me gustaba el club, tenía amigos, mucha gente conocida dentro del vestuario, compañeros de Selección, compañeros que ya había conocido. Me parecía que más allá de lo que era el club iba a tener una adaptación mucho más fácil que en cualquier otro lugar que pudiera ir y por eso fue un poco que decidí”.
Asimismo, a pesar de que se imaginaba que su cambio iba a ser para bien, en cuanto a la adaptación le jugó una mala pasada. “Mi estadía en el París comenzó con una adaptación muy difícil, mucho más de lo que esperaba, más allá de que tenía gente conocida en el vestuario. Fue difícil la adaptación, el cambio, llegar tarde, no tener pretemporada, adaptarme al nuevo club, a la nueva manera de jugar, nuevos compañeros, la ciudad... No fue fácil ni para mí, ni para mi familia”, manifestó.